Últimamente, han aparecido muchas historias en Internet de personas transgénero que han elegido volver al género de su nacimiento. Cada uno reconoce haber cometido un terrible error y el daño que ha causado. Muchos de ellos eran menores de edad y, como adultos jóvenes, recién comienzan a comprender cómo afectará el resto de sus vidas. Una de estas historias es la de Chloe Cole, una joven mujer que a los 13 años empezó a tomar testosterona y tuvo una doble mastectomía dos años después.
En una entrevista, Chloe contó que de niña le gustaba jugar con los niños, pero nunca se vio a sí misma como un niño. Quería y esperaba tener un cuerpo más femenino, pero a medida que fue creciendo, empezó a sentir ansiedad y desarrollar sentimientos de inadecuación cuando se comparaba con otras muchachas de su edad. No sentía que encajaba con las muchachas, pero tampoco podía seguir jugando con los muchachos. La dinámica había cambiado porque ya no era una niña, pero como una adolescente que se sentía muy incomoda con su cuerpo.
Es común que los adolescentes se sientan inseguros con su cuerpo, pero las mujeres tienden a ser más sensibles con respecto a las emociones negativas. Por otra parte, Chloe creció escuchado a comentarios de mujeres adultas acerca de las dificultades de la vida femenina, los retos de la maternidad, la vida profesional y también historias de abuso sexual, causándole temor de crecer y ser una mujer. Aunque ella no lo sabía en ese momento, todos estos factores influyeron al igual que el Internet, donde encontró personas que parecían entenderla y la ayudaron a darse cuenta de que en realidad era un niño.
Poco a poco lo fue disimulando y haciendo pequeños cambios como usar ropa menos femenina y el pelo más corto, hasta que finalmente les dijo a sus padres. La llevaron con un psicólogo pero no fue de ayuda y luego la llevaron con otra que era especialista en género, la cual recomendó iniciar la transición. Ninguno de los dos psicólogos indagaron, ni atendieron, nada acerca de sus emociones como tampoco lo hicieron los médicos u otros psicólogos que participaron en el proceso de transición. Se limitaron a asegurarla que su ansiedad desaparecería una vez que empezara a vivir su verdadera identidad. Sin embargo, la ansiedad nunca desapareció por completo.
A la edad de 15, Chloe ya llevaba casi dos años vendándose los pechos, los cuales ya se habían deformado. El siguiente paso era una mastectomía doble. Cualquier ilusión que tuvo antes de la cirugía se desvaneció cuando vio las cicatrices por primera vez. La horrorizaban y odiaba verlas, muy probablemente porque eran un recordatorio demasiado real además de infecciones frecuentes. Poco después empezaron sus dudas, y se dio cuenta que extrañaba ser mujer. Esta vez, cuando acudió a la comunidad en línea que la había apoyado anteriormente, encontró una reacción totalmente distinta. En lugar de recibir comprensión, era criticada y atacada.
Un año después, convencida de que no era niño, ni quería serlo, Chloe dejó de tomar testosterona por completo, y reanudó su vida como una joven mujer. Ahora se dedica a dar entrevistas y hablar en público acerca de su experiencia con el propósito de evitar que otros jóvenes cometan el mismo error. A sus 19 años, las infecciones siguen recurriendo, su voz es permanentemente más profunda de lo que era originalmente, no sabe si tres años de testosterona le impedirán tener hijos, sufre de disfunción sexual, y más lamentablemente aún, como ella misma señala, su decisión le robó a ella y a sus futuros hijos la habilidad de alimentarlos.
Jared Bloshinsky tenía un año y medio cuando su madre se dio cuenta que el más pequeño de sus hijos era trans. Aseguran que a esa edad ya mostraba una preferencia por las cosas femeninas, como desabrochar su mameluco acomodándolo como si fuera un vestido. Entonces, cuando le diagnosticaron disforia de género a los cinco años, no fue una sorpresa. Para entonces, ya llevaba varios años viviendo como una niña. Sus padres y tres hermanos mayores la trataron como si hubiera nacido una mujer. Jazz, el nombre femenino que tomó, dice recordar que a los dos años les preguntó a sus papás cuando podría cambiar su pene por una vagina.
Esto fue a principios de la década del 2000, antes de que el transgenerismo se convirtiera en parte de la cultura popular. Madre e “hija” comenzaron a aparecer en programas de entrevistas como uno de los casos más tempranos de transgenerismo y Jazz se convirtió en una sensación a los 6 años. Luego, a los 11 años de edad, empezó a tomar bloqueadores de hormonas para detener la producción de testosterona en su cuerpo. Ese mismo año, fue tema de un documental. A los 14, escribió un libro sobre su vida como adolescente transgénero que toma hormonas femeninas, y a los 15 tuvo su propio reality en la televisión.
Durante los últimos siete años, la vida cotidiana de Jazz Jennings (el apellido es un seudónimo que usa en público) ha sido documentada y transmitida por televisión. El público la puede seguir mientras atraviesa los altibajos emocionales de la vida adolescente, y cada paso de su transición para cumplir su sueño de convertirse en una mujer. Eso incluye la extirpación de sus genitales a la edad de 17 años, lo cual festejaron con pastel, y la construcción de una neo vagina, en dos operaciones subsecuentes antes de los 20 años. Uno de estos fue para reparar un rechazo inicial al injerto de piel que se necesita para crear la neovagina.
En todo esto, Jazz y sus padres, en particular su madre, se han convertido en portavoces para la comunidad trans y son presentados como ejemplos a seguir para niños y padres por igual. Cuando Jazz tenía siete años, sus padres establecieron una fundación para ayudar a niños trans y recibir donaciones monetarias del público. Por otra parte, la joven trans-mujer ha recibido reconocimientos y premios de parte de organizaciones que apoyan los derechos de la comunidad LGBTQIA+. Son celebridades en un mundo pequeño. Sin embargo, hay ciertos detalles que dejan en claro que no todo está bien.
Recientemente, Jazz y su madre han estado en el centro de atención después de un episodio de su serie en que le dice a su mamá que nunca me he sentido como yo misma. No puedo salir de mi propia cabeza. Solo quiero sentirme yo misma. No es la primera vez que sufre un ataque de ansiedad, ya sea antes o después de terminar la transición. De hecho, tiene una historia clínica de depresión y ansiedad desde la adolescencia, y quizás la niñez. Pero en aquel tiempo, se daba por asentado que se debía a que todavía tenía un cuerpo masculino, lo cual queda algo desmentido ahora que es supuestamente toda una mujer.
De acuerdo a un artículo, Una vaginoplastia de inversión del pene fallida a la que Jennings se sometió a la edad de 17 años requirió múltiples cirugías correctivas y lo dejó con una función sexual muy disminuida. Después de las cirugías iniciales, Jennings subió más de 50 kiloss a través de los atracones y experimentó una variedad de trastornos de salud mental. La madre de Jennings, Jeanette, desvió las teorías de que esas dificultades fueron causadas por la vaginoplastia de inversión del pene y argumentó que Jazz había experimentado problemas de salud mental durante mucho tiempo.
La realidad es que el trauma físico y psicológico nunca terminará para Jazz Jennings. La vagina creada artificialmente está en una herida abierta que su cuerpo siempre intentará cerrar. Por lo tanto, Jennings se verá obligada a dilatarse mecánicamente periódicamente por el resto de su vida. Ninguna mujer se ve forzada a hacer eso para poder funcionar como una mujer. Ni la despierta su madre a la medianoche para asegurar que lo haga.
Con justa razón dice que está completamente roto e incapaz de ser su verdadero yo, porque su verdadero ser es un hombre. Lo peor es que nunca podrá procrear como mujer, pero tampoco podrá hacerlo como un hombre.
En una entrevista, Jennings dijo que nunca había experimentado un orgasmo y que tal vez nunca pueda hacerlo. Una de sus cirujanos admitió que nunca había visto chicos capaces de tener un orgasmo que estuvieran bloqueados en la etapa 2 de la pubertad que ocurre entre los 9 y 14 años de edad. Jennings empezó a tomar bloqueadores a los 11 años. No hay manera en el mundo que hubiera podido comprender el significado, ni el impacto, que tendrían sobre su vida. Sus padres sí y debieron haberlo protegido, pero no lo hicieron. Ahora, a sus 22 años, Jennings se ve enfrentada a una vida con complicaciones médicas y una vida sexualmente frustrada.
Cuando terminó la preparatoria, fue aceptada en dos universidades, una en California, y la otra era Harvard. Sus padres querían que eligiera Harvard porque era Harvard, y, aunque su preferencia personal era la de California, terminó complaciendo a sus padres. Sin embargo, no duró mucho en la universidad y decidió darse un descanso de la escuela por razones de salud mental. Esto señala que existe una gran posibilidad de que sus padres, y más específicamente su madre, le convencieron a Jared de que quería ser una niña. Es imposible saber si alguna vez expresó dudas en privado a lo largo del camino. Ciertamente, nunca podría hacerlo públicamente, ya que habría mucho que perder tanto para él como sus padres. Por lo pronto, Jared Bloshinksy/Jazz Jennings ha quedado condenado a vivir en un limbo sexual.
Cada vez más personas comienzan a darse cuenta de que el movimiento transgénero se basa en mentiras. No hay datos científicos ni prueba alguna de que las cirugías transgénero sean algo más que experimentales. Tampoco hay estudios de seguimiento, ni recursos para la salud mental en ninguna etapa de transición. Los que llegan a lamentar su transición son ignorados por la comunidad que los animó a hacerlo, como por los expertos en salud que los usaron como conejillos de indias. En cambio, sí hay evidencia de que si dejan en paz a los jóvenes con confusión de género, la mayoría de las veces superan su disforia sin efectos duraderos.
Recientemente, ha habido un intento más concertado para detener la avalancha de niños que reciben tratamiento médico por disforia de género. La clínica Tavistock en Inglaterra, con una lista de 1000 niños en espera de tratamientos hormonales y cirugías, fue clausurada hace unos dos meses. En los Estados Unidos, algunos estados están tomando medidas para impedir que menores a 18 años reciban tratamiento de hormonas. No obstante, los grupos protransgénero están presionando al gobierno federal, acusándolos de asesinato si no se permite que los niños cambien de género.
Aquí puedes ver la historia de una mujer hispana que perdió a su hija por suicidio. Trató desesperadamente de obtener ayuda, pero el estado de California la acusó de ser dañina para su hija. La sacaron de la casa de su madre para proteger su derecho a la transición, pero nunca le brindó atención de salud mental. Desafortunadamente, no está en español, pero para aquellos que entienden inglés, debería darles una buena idea de la ideología perversa que parece estar apoderándose de los Estados Unidos. https://www.youtube.com/watch?v=M58PqUjezdM
En un emotivo video, un joven transgénero expresó con mucha rabia su horror al comprender que él, y otros como él, han sido engañados y mutilados. A gritos preguntaba, ¿qué van a hacer en 5 o 10 años cuando todos se dan cuenta que no les dijeron la verdad? ¿Qué van a hacer con tantos enloquecidos y suicidios? Terminó diciendo que esperaba que cualquiera que vea su video ayude a convencer a otros de no hacer la transición y que no tuvo más remedio que vivir con su error porque para él ya no hay vuelta atrás.