
Cuando la historia cuenta que alguien fue un genio, se da por asentado que así fue. Se entiende por genio alguien que goza de un nivel intelectual y talento excepcional. Sobre todo, cuando aporta algún conocimiento o descubrimiento científico que revoluciona el mundo. Si después se encuentra alguna falla con tal aportación, normalmente se considera que se debe a las limitaciones que había en el conocimiento del momento, sin poner en duda el intelecto del autor. Sin embargo, este no es el caso del Sigmund Freud.
Desde hace algunos años, se han ido desacreditando muchas de las teorías establecidas por Freud. En parte se debe a los avances que ha habido en el área de la psicología, pero también hay circunstancias muy cuestionables que, como siempre, tienden a ser omitidas o sesgadas para presentar una idea o imagen que se desea. En cuanto a su teoría, sólo se dará un breve resumen para efectos de comprender su impacto.
El psicoanálisis es a la vez una teoría y un método de tratamiento para los trastornos mentales. La parte teórica propone una explicación para el desarrollo de la personalidad, las motivaciones, los sueños y las para praxis (errores). La libido (energía sexual) es la fuerza determinante de los motivos, cuya expresión es controlada por el inconsciente, creando un conflicto entre las exigencias de la libido y lo que se considera aceptable en base a lo aprendido. En pocas palabras, es una batalla entre lo que quiero hacer y lo que debo de hacer.
Como método de tratamiento, el psicoanálisis es la terapia del habla e implementa técnicas la interpretación de los sueños y las fantasías, la libre asociación, los errores y las actitudes, con el propósito de llevar al paciente hacia un mejor entendimiento de sus motivaciones ocultas. La terapia psicoanalítica generalmente requiere de tres a cinco sesiones por semana y un promedio de 5 años o más.
Lo arriba descrito es demasiado breve para cubrir una teoría tan compleja como el psicoanálisis. Tan solo lo que escribió Freud sobre el tema requiere de más de 30 tomos de libros. La mayoría de las biografías sobre Freud requieren no menos de 700 páginas, y a veces arriba de 1000 páginas, dependiendo de lo extenso de la bibliografía. La cantidad de libros escritos sobre Freud y su teoría fácilmente deben contarse en los miles. Tanto así fue el impacto de Sigmund Freud sobre la psicología y el mundo en general.
La correspondencia de Freud es una parte muy importante de sus escritos, incluyendo las cartas, más de 1500, que le escribió a Martha Bernays durante los cuatro años de su compromiso. Una cosa es lo que se escribe para el público y otro lo que se dice en privado. Para conocer al verdadero Freud, sus cartas personales son la mejor fuente. En ellas se descubre el verdadero Freud. El que se lamenta, se cuestiona y se enaltece.

El primer biógrafo autorizado de Freud, Ernst Jones, apoyado por Anna, la hija del psicoanalista tuvo acceso a las cartas de correspondencia entre sus padres. Sin embargo, le quedó claro que no presentaban una buena imagen de Freud, por lo que seleccionó con mucho cuidado lo que incluyo en su biografía, porque, Según Jones, “Martha sale excelentemente en las cartas, pero Freud era muy neurótico”.
En sus cartas se muestra inseguro, controlador, manipulador y exigente. Impone en su prometida toda clase de restricciones en cuanto a sus amistades y el comportamiento que debe tener. Le aclara que ahora es una invitada en su familia. Es decir, ahora le pertenece a él. Por otra parte, le hace saber que de ella espera total obediencia y apoyo como esposa. Le promete enseñarle a ser una mujer propia para que no cometa los errores de las mujeres desafiantes e indeseables.
En una ocasión amenazó con terminar el compromiso porque Martha no le exigía a su hermano Eli la devolución de un dinero que había invertido para ella. Freud quería el dinero para amueblar la casa matrimonial, y temía un mal manejo de parte de su futuro cuñado. Elí había tenido una relación amistosa con el prometido de su hermana, pero Freud, de manera irracional y paranoica, ya lo consideraba como su “rival más peligroso”.
Martha Bernays provenía de una familia que, en todos los respectos, era superior a la familia de Freud. Es quizás debido a una racha de dificultad económica que Martha le fue accesible, pero aquí la pregunta no es qué fue lo que vio Freud en Martha, sin que vio Martha en Freud, un hombre que, en el momento de su compromiso, no tenía nada que ofrecer más que promesas y críticas, con la conducta de un niño berrinchudo.
En corto, Freud era un típico narcisista. Idealizaba al mismo tiempo que le recalcaba que no era nadie especial y que había mujeres más bellas, lo cual escribe en los primeros meses de su compromiso. Estaba celoso de sus amistades, familiares y hasta de sus futuros hijos y los quehaceres de la casa que, inevitablemente, le robarían la atención de su mujer.
Hay dos maneras de crear un narcisista. Una es la falta de atención a las necesidades, sobre todo las emocionales, durante la niñez. La otra es la atención y adoración excesiva, siendo esta última el caso de Freud. El adorado Sigis, hijo mayor y consentido de su madre y esperanza de la familia, desde antes de su nacimiento, gracias al presagio de una vidente a la que había consultado durante el embarazo.
Jacob, el padre de Freud era veinte años mayor que Amalie, su tercera esposa, con dos hijos mayores que ella. Un comerciante de poca ambición, y aún menor éxito, dependía de la caridad de sus familiares. El fracaso de su padre obligó a la familia a abandonar la ciudad natalicia de Freud, algo que describió como, ¨la catástrofe fundamental que impregnó toda mi existencia¨. Tomando en cuenta que Freud solamente tenía tres años cuando esto ocurrió, se antoja como una total exageración.
La madre de Freud era el total opuesto de su marido. Irreligiosa, dominante, impulsiva, histriónica, con un carácter difícil, de poca gracia y sin modales, su nieto, Martin, hijo de Freud, la describió indirectamente como una mujer de una voluntad indomable, agresiva e insensible a los sufrimientos ajenos. Recuenta que su abuela, ya casi de cien años, rechazó la compra de un sombrero porque la hacía verse vieja. Freud heredó la personalidad calmada de su padre, pero tenía el carácter, y la idolatría, de su madre, que sin duda era de personalidad narcisista.
Al igual que su madre, Freud es insensible al sufrimiento ajeno. No toma en cuenta las dificultades al que se enfrentaban su padre, simplemente se enfoca en cómo le afectó a él. Se sitúa como protagonista y víctima de una niñez lleno de traumas. Todas esas experiencias, de las cuales hay muchas, forman parte de su teoría. Si bien explican el desarrollo y el carácter de Freud, realmente hay que dudar que aplican como una teoría psicológica general.
Todos los niños sufren traumas durante la niñez, algunos más severos que otros, pero hay que tomar en cuenta que los traumas del que habla Freud son los recuerdos de un hombre adulto, con una personalidad y carácter ya formada. Es decir, ya tenía una visión narcisista de su niñez. Además, ya estaba bajo la influencia de la cocaína cuando desarrollo su teoría.
No es un secreto que Freud usó cocaína, pero hay detalles relacionados con este periodo que no son tan conocidos. En su defensa, hay que aclarar que en aquel tiempo se sabía muy poco acerca de la cocaína, ni era de uso común. Sin embargo, aun cuando la nocividad de la droga era evidente, de manera obstinada se negó a ver la realidad con resultados desastrosos.

Como estudiante de medicina, Freud fue mediocre. Para él, la vida de un médico era repugnante. Tener que ver la sangre y cuerpos enfermos era intolerable y depresivo. Sin embargo, motivado por su compromiso y la necesidad de hacer dinero para casarse, Freud se vio obligado a hacer una residencia en el Hospital General de Viena para encontrar una especialidad que consideraba tolerable. Pasó por los departamentos de cirugía, medicina interna, psiquiatría, dermatología y, entre otros, neurología.
Su decisión de especializarse como neurólogo era más una cuestión de circunstancias favorables, que por una pasión por el trabajo y Freud mismo reconoció que nunca sería un neurólogo de primera. La revisión de los resúmenes de casos, que preparaba para su jefe de departamento, eran superficiales y llenos de errores. Además, cartas que escribió en ese periodo señalan su apatía y desinterés por los pacientes con enfermedades mentales.
Claramente, el interés de Freud no estaba en atender a pacientes motivado por un interés en el bienestar. Eran el medio hacía un fin, principalmente, la fama y la fortuna para poderse casar y asegurar su futuro. Desde niño soñaba con una imagen heroica. En parte para distinguirse de su padre y salir de la pobreza, y en otra, para cumplir con las expectativas de su madre. De manera que, siempre iba en busca de algún descubrimiento innovador que lo lanzaría hacía su meta.
Freud se interesó en la cocaína después de leer acerca de su efecto en algunas tribus nativos, de Sudamérica, que mascaban las hojas de la planta para fortalecerse. En Alemania, ya se había probado en soldados en los cuales les producía un gran incremento de fuerza y capacidad para trabajar. Freud decidió conseguir coca para probar su beneficio en casos de enfermedades cardiacas, enfermedades nerviosas, y luego en personas con adicción a la morfina.
Los artículos que leía eran de una revista médica americana de reputación dudosa, escritos por un médico cuyos resultados exitosos eran igualmente dudosos. Dichos artículos no eran recientes y ya no encontró información sobre el tema, pero Freud no lo tomó como una señal de alguna falla en lo reportado, como tampoco tomó en cuenta que la revista pertenecía al dueño del laboratorio que producía la droga. El simplemente determinó que el estudio había sido abandonado, no porque no fuera una droga curativa.
La coca ya se consumía en una variedad de productos como tónicos, en vinos, y hasta la Coca-Cola, como un remedio para toda clase de problemas, desde alergias hasta para los niños en la dentición. En los primeros años del siglo XX, era consumido en muchas partes del mundo. El vino en particular era favorecido por jefes de estado como la Reina Victoria, el Czar Alejandro y el presidente McKinley de estados unidos. Sin embargo, la cantidad que contenía estos productos era tan minúsculo que la adicción era muy improbable.
A la primera probada de cocaína, Freud quedó fascinado y lo que inició como un experimento, se convirtió en una costumbre. De personalidad depresiva, temerosa e insegura, Freud lo miraba como un remedio mágico, un curalotodo, que recomendaba con mucho entusiasmo a sus colegas y también a su prometida, a quien le mandaba pequeñas cantidades de coca para sus males. Nunca tomó en cuenta que la forma sintética era mucho más fuerte y adictiva que las hojas de la planta.
Dos meses después de haber leído sobre la droga escribió el artículo, Sobre Coca, escrito con un aire de conocimiento que realmente no tenía. En años posteriores, admiradores de Freud han tenido que admitir que las referencias expertas que señaló en el escrito fueron tomadas de otras publicaciones sin mayor investigación de su parte. No obstante, la falta de evidencia en contra de algo que Freud creía raramente presentaba un obstáculo para él, ni siquiera la adicción de un amigo muy querido.
El doctor Ernst Fleischl fue un colega muy admirado por Freud porque era todo lo que aspiraba ser. Brillante, seguro de sí mismo y respetado. Cuando se conocieron, Fleischl ya tenía una adicción a la morfina debido a una lesión que había sufrido en el dedo pulgar mientras hacía una autopsia. A causa de una infección, su dedo tuvo que ser amputado y, a consecuencia, desarrollo tumores en los nervios de la mano. A pesar de varias operaciones, terminó en un estado constante de dolor que no le permitía dormir.

Indudablemente, Freud quería ayuda a su amigo, pero también representaba una oportunidad para demostrar la eficacia de la cocaína para aliviar la adicción a la morfina. Hay que recalcar que en aquel tiempo se desconocía que la cocaína era tan adictiva, pero de manera obstinada, Freud se negó a reconocer que su amigo se había vuelto un doble adicto. Con la morfina, Fleischl podía trabajar y funcionar relativamente normal, pero su adicción a la cocaína terminó destruyendo cualquier calidad de vida que hubiera podido tener.
Mientras tanto, Freud dio dos conferencias sobre los beneficios de la coca como tratamiento para la adicción a la morfina, citando el caso de Fleischl, sin mencionar su nombre. Después, fue contratado por Parke, un laboratorio farmacéutico estadounidense, para avalar que la calidad de su cocaína era tan buena como la que producía Merck en Alemania. Usando un seudónimo, de nuevo mencionó el alivio ficticio de su amigo, e incluso usó uno de sus propios artículos como referencia. Al parecer, la ética no era un problema para él.
Como estudiante, científico y médico, era mediocre. El mismo lo reconoció. Sin embargo, no es posible disculparlo como un simple incompetente. De manera obstinada persiguió su meta, la fama y la fortuna, aun en detrimento del hombre que más admiró. Cuando recibió el contrato de Parke, le escribió a Martha diciendo, “el dinero volará hacía mí”, en anticipación de una posible remuneración continua como experto sobre el tema.
Para Freud, su experiencia con la cocaína había sido positiva, por lo tanto, la adicción de Fleischl a la coca se debió al uso excesivo de la sustancia. Es decir, fue su propia culpa. Ese era el modus operandi de Freud, asignar la responsabilidad a otros. Por otra parte, todo lo miraba desde el lente de su propia experiencia, y así fue también con su teoría psicoanalítica.
Una de las influencias más importantes en la vida de Freud fue Charles Darwin. Cuando leyó su libro, El Origen de las Especies, se declaró como un ateo. De hecho, una de las razones que tardó ocho años en recibirse como médico, en lugar de cinco años como sus demás compañeros, fue porque pasó mucho tiempo en el laboratorio tratando de comprobar la teoría de Darwin. En la teoría psicoanalítica, el instinto de sobrevivencia de Darwin es, en la psicología humana, la energía sexual de la libido.
De acuerdo a Freud, el ser humano es un ser sexual desde nacimiento y pasa por cinco etapas psicosexuales: oral, anal, fálica, latente y genital. En la etapa oral, por ejemplo, el bebé obtiene placer, no porque se alimenta, sino por el acto de succionar. El propósito de cada una de estas etapas es el placer y son determinantes para el desarrollo de la personalidad. La frustración de los instintos sexuales, en cualquier etapa, conduce al conflicto y la neurosis. En una sociedad civilizada, el hombre es obligado a reprimir sus deseos y esa energía es dirigida hacía lo que se considera aceptable en dicha sociedad. En otras palabras, el buen hombre vive sexualmente frustrado y neurótico.
Freud finalmente empezó a alcanzar la fama con su libro, La Interpretación de los Sueños. Entre sus admiradores, se encontraban muchos de los personajes más conocidos en el área de la psicología, como Carl Jung, Alfred Adler, y otros, con los cuales generalmente terminaba enemistado si señalaban cualquier desacuerdo con su teoría, especialmente con respecto a las etapas psicosexuales. La teoría psicoanalítica es una casa de barajas cuyo único fundamento es la misma teoría.
Hay que añadir que, además de su deseo de alcanzar la fama y la fortuna, Freud estaba motivado por un deseo de sustituir la fe religiosa con el psicoanálisis, desde la teoría hasta el método de tratamiento. A pesar de ser conocido como científico secular, de acuerdo al autor, David Bakan, en su libro, Sigmund Freud y la Tradición Mística Judía, propone queel psicoanálisis está influenciado por la cábala. Afirma que su biblioteca personal incluía libros sobre la cábala que no están en exhibición en la sala dedicada a la biblioteca de Freud en Nueva York.

Esto no quiere decir que Freud estuvo equivocado en absolutamente todo. Hasta un reloj descompuesto acierta en la hora dos veces al día. Ciertamente, equivocada o no, su teoría ha dado lugar al desarrollo de otras teorías. El problema, entonces, no es una teoría errónea. Total, la ciencia es un ejercicio de ensayo y error y Freud tuvo sus críticos desde un principio. Sin embargo, no es hasta mediados de los años ochenta que la teoría freudiana empieza a ser cuestionada de manera efectiva. Mas vale tarde que nunca, pero para entonces el daño ya estaba hecho.
Desde los años sesenta en adelante, la represión sexual se convirtió en el tema central de la juventud. Se abrió la puerta a la promiscuidad tanto en la mujer como en el hombre. El concepto del amor libre, sin compromiso, porque solamente a través de los genitales se puede lograr la verdadera satisfacción en la vida y con ello el aumento de las enfermedades venéreas, los abortos y una sociedad cada vez más narcisista y perversa.
Pero el peor daño fue la sexualización de los niños desde la infancia y el inicio de la normalización de la pederastia. Con bases científicas, grupos como la Asociación Norteamericana de Amor Hombre Niño, (NAMBLA), aboga por la legalización de las relaciones sexuales entre hombres adultos y niños menores, apoyado por otros grupos, como los LGBTQ, principal entre ellos. Cero represiones, cero límites. Por eso ahora se encuentra que, en países progresistas, se impone la educación sexual desde el kínder.
Inicialmente, se disfrazaba como enseñanza de la tolerancia, pero ya desde hace tiempo se ha desenmascarado por lo que es, la adoctrinación de los niños. Por eso es que ahora, un niño de tres años, que no tiene idea de los que es el sexo ni el género, puede determinar que está atrapado en el cuerpo equivocado. Ya no es un trastorno dismórfico, es motivo de celebración. Es libertad sexual, sin límites, con más cien géneros para elegir al antojo.
La falta de limites es la locura, pero la cordura ya no está de moda. La ciencia es ciencia y hay que respetar y obedecerla, siempre y cuando conviene, por supuesto. Si no, no importa, se ignora y ya. Lo más curioso es que las teorías de Freud han quedado desacreditadas porque no son comprobables, además de que nunca aportó evidencias científicas que sustentaran sus hallazgos. Lo mismo es cierto ahora con la teoría de género, pero se acepta como verdad, basada en una teoría desacreditada. Es una mentira basada en otra mentira.
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