El infierno está vacío, todos los demonios están aquí
William Shakespeare
Para aquellos que se preguntan lo qué podría pensar Dios acerca de lo que está sucediendo hoy en el mundo, una revisión rápida de la Biblia podría proporcionar las respuestas. Por ejemplo, a menudo se daban becerros y corderos como ofrenda a Dios. Los insectos, en cambio, como las langostas, o grillos, como se les conoce hoy, eran enviados como plaga y los gusanos se asociaban con el pecado. Así que parece muy probable que Dios aprobase que el hombre comiera insectos en lugar de carne. Tampoco parece probable que aprobase la mayoría de las cosas que se comen hoy.
Los alimentos procesados siempre contienen químicos que nunca debieron formar parte de la dieta humana, sin embargo, es lo que más se come. Cosas que no son naturales para el cuerpo humano y causan daño. Incluso aquellas cosas que son tomadas de la naturaleza y son manipuladas por el hombre por amor al dinero. Un ejemplo de esto es el azúcar que se extrae de cosas como la fruta y la caña de azúcar. Estos son naturalmente dulces, pero para obtener azúcar en cualquier forma se requiere un procesamiento mecánico y químico. El azúcar ni siquiera se menciona en la Biblia porque no existió en la forma conocida hoy en día hasta finales del siglo XIX. No fue mucho después que comenzó a causar un impacto en la salud humana.
A mediados de los años cincuenta los profesionales de la salud en los Estados Unidos empezaron a notar un aumento alarmante de colesterol alto y de enfermedades del corazón. Sin evidencia científica válida, se determinó que la principal causa de estos problemas era la grasa, y dado que la principal fuente de grasa provenía de los productos de origen animal, era necesario reducir su consumo. Hubo quienes no estuvieron de acuerdo, pero, sin embargo, siguió siendo la hipótesis más aceptada. Luego, en 1967, cuando tres científicos de la Universidad de Harvard publicaron un informe en el que afirmaron que “sin duda” la grasa era la causa de las enfermedades cardíacas, quedó prácticamente aceptado como un hecho.

En 1972, John Yudkin, nutricionista y profesor universitario británico, publicó Puro, Blanco y Mortal en el que señalaba claramente la relación entre el consumo de azúcar y una variedad de enfermedades. Basándose en evidencia empírica obtenida de 5,000 casos, dijo, “Si solo se revelara una pequeña fracción de lo que ya se sabe sobre los efectos del azúcar en relación con cualquier otro material utilizado como aditivo alimentario, ese material sería prohibido de inmediato.” Sin embargo, a pesar de ser un líder muy respetado en su campo de estudio y en su país, fue ridiculizado, acusado de ser un agente de la industria ganadera, su reputación fue arruinada y su carrera destruida.
Empezando en los años setenta, se crearon campañas publicitarias para informar al público sobre la importancia de reducir el consumo de grasas. Para la década de los ochenta, siguiendo las nuevas directrices del gobierno americano, e igual en Gran Bretaña y otros países, los anaqueles de los supermercados comenzaron a llenarse de productos bajos en grasas y sin grasas. Los fabricantes de alimentos produjeron aceites vegetales y margarina como sustitutos saludables de la manteca y la mantequilla. Es decir, lo natural fue sustituido por lo procesado. El problema fue que al disminuir o quitar la grasa también se perdía el saborizante natural.
Para resolver ese problema, los fabricantes agregaron más azúcar a los alimentos en la forma de fructosa, un azúcar sintético hecho de jarabe de maíz y otros saborizantes artificiales, creado por dos químicos en 1957. En comparación con el azúcar de caña, la fructosa era mucho más dulce y mucho más barata. Entonces, la dieta baja en grasas era alta en azúcar. El uso de la fructosa comenzó a mediados de los 70’s, primero en refrescos y luego en alimentos. En la actualidad, la gran mayoría de los alimentos y bebidas procesadas contienen algún tipo de azúcar sintético, todos carentes de valor nutricional y dañinos para la salud. Mientras continúan sonando las alarmas sobre el consumo de productos de origen animal, poco se dice acerca de los problemas causados por el consumo de azúcar, y mucho menos que esto ya se sabía desde hace décadas.

En el 2018, nuevos estudios mostraron que el azúcar es peor para el corazón que la grasa, aclarando 50 años de confusión, según se publicó. Esto a pesar de que en el 2016, se descubrieron documentos que comprobaron que los tres investigadores de Harvard recibieron 50,000 dólares por su informe de parte de la industria azucarera (Sugar Research Foundation o SRF) para refutar las sospechas de que el azúcar era la causa de las enfermedades del corazón. También fue revelado que, en 1954, el presidente de la SRF dio un discurso en el que propuso que si se podía persuadir al público estadounidense para que redujera su consumo de grasas, por razones de salud, tendrían que reemplazar la grasa con otra cosa, como el azúcar.
Esto no fue una confusión de cincuenta años, fue una colusión de cincuenta años, y es solo uno de los muchos ejemplos que hay que muestran claramente que es el dinero y no el bienestar de la gente lo que más importa. Durante esos cincuenta años se gastaron millones en campañas publicitarias para educar al público acerca del consumo de grasas y productos de origen animal. Sin embargo, ahora que existe un consenso científico sobre los efectos tóxicos del azúcar, apenas se reconoce públicamente. Algunos países han exigido que los alimentos envasados lleven etiquetas advirtiendo sobre un alto contenido de azúcar, pero no hay campañas publicitarias que den a conocer realmente cuales son los daños.
Para muchos es difícil creer que puedan mantener un engaño durante tanto tiempo, pero lo cierto es que sí se puede y se ha hecho una y otra vez. Es exactamente lo mismo que está ocurriendo ahora con la vacuna. Sin ningún estudio científico válido, miles de millones de personas se han visto obligadas a inyectarse sustancias tóxicas desconocidas. Ahora que los efectos adversos se pueden ver en todo el mundo, siguen insistiendo en continuar con la vacunación. La muerte súbita en personas de todas las edades también parece causarles mucha confusión, pero no les impide intentar ocultar los datos durante los próximos cincuenta y cinco años. ¿Cuántas veces tiene que pasar lo mismo para que la gente se dé cuenta?

G40 Buenos Aires 2022
Paso a paso están sustituyendo la naturaleza con lo artificial y sintético. Es como si quisieran borrar la huella de Dios de la tierra y realmente creen que podrán hacerlo. Quieren crear un nuevo hombre sobre el cual tendrán absoluto control. Dependiente, vulnerable y sumiso. El objetivo final es recrear un Edén de su propia creación donde gozarán de lo mejor mientras que los pocos plebeyos que queden comerán insectos. No tendrán nada y serán felices, como dice Klaus Schwab. Ya no es un cuento, ni ciencia ficción. Es una realidad que está ocurriendo en tiempo real. Este ha sido el plan todo el tiempo, pero apenas se empieza a notar de manera innegable.
Desde el 2005 existe una red global de alcaldes de ciudades de todo el mundo que están tomando medidas urgentes para enfrentar la crisis climática y crear un futuro en el que todos puedan prosperar. Esta agrupación se conoce como las Ciudades G40 y tiene el objetivo de reducir el consumo de carne de res y cordero en un 50 % para el 2030 y eliminarlo por completo para el 2050. Es parte de un objetivo mayor de establecer una gran transformación alimenticia cuya meta principal es una alimentación global basada en plantas. Según algunos expertos, irán reduciendo drásticamente el abasto de carne en escuelas, hospitales y otras instituciones para logarlo.

Sin una explicación clara, ya se han sacrificado millones de animales, incluyendo pollos, pavos, patos, gansos, cerdos, corderos y vacas. Muchos almacenes y fábricas de alimentos han sido destruidos por fuego. Todo esto ha sucedido en los últimos dos años cuando ya había un problema con el abasto de alimentos debido a un año de encierro. La mayoría de la gente no tiene medios para cultivar sus propios alimentos de manera que ya están dependientes de lo que les quieran dar. Han creado una dependencia en las corporaciones gigantes que han monopolizado el agua, los alimentos, el petróleo y cualquier otra cosa que el hombre moderno necesita para sobrevivir y, con eso controlan al mundo, tal y como dijo Henry Kissinger en 1973.
Los psicópatas que gobiernan el mundo realmente creen que pueden mejorar la obra de Dios. Son hijos de Caín. Soberbios, arrogantes y malvados. Toma en cuenta que Adán y Eva perdieron la inocencia y la vida eterna en el Edén por comerse una fruta. Sin embargo, fueron víctimas de un engaño y no actuaron con malicia. Caín, en cambio, fue otra cosa. En el libro Antigüedades de los Judíos, escrito por Claudio Josefo, un historiador del primer siglo, dice que la razón por la que a Dios no le gustó la ofrenda de Caín fue porque forzó la tierra con la división de raíces. Es decir, pensó que podía mejorar la obra de Dios. Obviamente no tenía la fe ni la confianza de que Dios proveería sus necesidades.

El repruebo de Dios podría haberse servido como una oportunidad para el arrepentimiento y la corrección, pero en Caín solo provocó la ira y por ello mató a su hermano. El destierro tampoco lo hizo recapacitar y vivió el resto de su vida dedicado al mal. Así son los psicópatas. Jamás reconocen sus errores y no les importa a quien le hacen el daño. Cualquier persona con ojos debería poder ver que esta es la realidad actual. No esperes que haya arrepentimiento en ellos, porque no lo habrá. Seguirán su causa hasta el infierno y se llevarán a cuantos puedan con ellos.
Los mismos que llenan tu comida con toxinas, son los mismos que te quieren quitar lo que Dios proveyó para ti, los mismos que te quieren inyectar y los mismos que te darán a comer gusanos, y lo hacen con tu dinero, tu trabajo y tu aceptación. Llámese gobierno, ciencia, organización no gubernamental, corporación o iglesia. No son tus amigos y no te cuidarán. Nunca lo han hecho, ni nunca lo harán. Son la versión moderna de los gigantes. Son los leones rugientes que andan buscando a quien devorar, porque el infierno está vacío y todos los demonios están aquí.
¿A quién quieres seguir? ¿Al que creó la naturaleza o a los que la están destruyendo y te echan la culpan a ti?