Si la maldad tomara forma humana, sin duda alguna, Karl Marx sería una de sus caras. Sin tomar arma en mano, su odio por la humanidad dio lugar a la muerte de más de cien millones de personas, y contando. Lo más insólito es que, a pesar de hechos conocidos, sigue admirado y venerado como el gran humanista, el defensor del proletariado. Una de las mentiras más grandes que se han contado en este mundo.
Por una parte, es comprensible puesto que, como siempre, se omiten detalles que pudieran desenmascararlo por el demonio que fue, porque no conviene para los fines e intereses globalistas. Sin embargo, por más que se desconoce de su vida y sus pensamientos personales, sólo falta darse cuenta de la realidad actual que viven los ciudadanos de China, Corea del Sur, Cuba y Venezuela, por sólo mencionar algunos países. Es inconcebible que, como teoría tenga tanto éxito cuando en la práctica los resultados han sido tan desastrosos.
De los gobiernos se entiende. Un estado totalitario significa el control absoluto del pueblo. Antes de la revolución Bolchevique, el comunismo se presentaba como una promesa para el pueblo, como cualquier otra teoría política, pero con cien años de historia, se pensaría que todo pueblo se opondría, sin embargo, sucede todo lo contrario. A principios de los años 70, la tercera parte del mundo era comunista, y no por voluntad. Ahora, en cambio, parece ser que únicamente la tercera parte del mundo no es comunista, pero eso no significa que no desean serlo.
En la entrada La Hipocresía de Marx, se contó la vida miserable que vivió el autor de El Manifiesto Comunista. Mencionaba, entre otras cosas, las condiciones paupérrimas en las que vivía junto con su familiar y el estado podrido, literalmente, de su cuerpo. Esta vez, habrá que comprender el estado podrido de su alma.
El padre de Marx era un hombre relativamente rico. Como estudiante, recibía el equivalente de quinientos dólares anuales para sus gastos. En el siglo IXX, era una cantidad enorme para un estudiante, mucho más de lo que ganaba el trabajador promedio. Las recomendaciones de su padre acerca de tener más cuidado con sus gastos eran recibidas con resistencia y desafío. El mal manejo del dinero fue un patrón que continuó durante toda su vida.
De origen judía, la familia de Marx se convirtió al cristianismo, por lo que Karl creció leyendo la biblia. Su primer escrito fue La Unión de los Fieles con Cristo, por lo que sus maestros lo consideraron un joven con un entendimiento sólido de la fe cristiana. Sin embargo, para cuando terminó la preparatoria, había cambiado profundamente en él.
Amante de la poesía, a la edad de dieciocho años escribió Oulanem, un drama oscuro que relata la búsqueda de venganza de un joven después de haber hecho un pacto con el diablo. Mientras algunos descartan este poema como una escritura fantasiosa, lo cierto es que todos sus escritos, poéticos o políticos, tuvieron temas semejantes. En el poema La Dama Pálida escribió, ¨Así he perdido el cielo. También sé que mi alma, una vez fiel a Dios, es elegida para el infierno¨. De lo que abunda en el corazón habla la boca.
La vida de Karl Marx, la parte que no se cuenta, ha inspirado no uno, sino dos libros que señalan su relación con el Príncipe de la Oscuridad. Marx y Satanás de Richard Wurmbrand, escrito a mediados de los años 70, y El Diablo y Karl Marx: La Larga Marcha de la Muerte, el Engaño y la Infiltración del Comunismo de Paul Kengor. Ambos autores describen a Marx tal y como fue, pero el libro de Wurmbrand es particularmente difícil porque describe su experiencia como víctima directo de la ideología comunista.
Un pastor cristiano en Romania, Wurbrand duró catorce años encarcelado por su oposición al comunismo ateo. El trato que recibían los prisioneros cristianos era indescriptiblemente brutal, no sólo con la intención de humillar y lograr la renunciación de su fe cristiana, sino su condenación al infierno. Tan difícil es recontarlo como leerlo, pero es necesario saber el futuro hacía dónde se dirige el mundo.
Algunos prisioneros eran obligados a sentarse desnudos sobre la biblia, mientras que los guardias los humillaba y decían terribles blasfemias en contra de Dios. Otros eran amarrados y colgados en cruces por días enteros, para luego ser acostados en el piso donde cientos de prisioneros estaban obligados a hacer sus necesidades sobre sus caras y cuerpos.
Con frecuencia, los familiares de los culpables también eran encarcelados o sufrían toda clase de restricciones y tratos severos. Ni las mujeres, ni los niños estaban a salvo de tratos terroríficos. Monjas católicas eran violadas analmente si no accedían a blasfemar. Un sacerdote, a borde de la insanía, fue obligado a consagrar orina y excremento para dar la Comunión Sagrada a los prisioneros cristianos.
Cuando un pastor cristiano, a pesar de las golpizas salvajes, se negó a blasfemar en contra de Dios, encarcelaron también a su hijo de catorce años. Diariamente lo golpeaban delante de su padre, pero tampoco lograron que blasfemara, ni renunciara a su amor por Dios. Su padre, casi enloquecido por ver el dolor de su hijo, le dijo que diría lo que querían escuchar los guardias para que dejaran de golpearlo. El adolescente se negó rotundamente y dijo que si moría, sería con el nombre de Jesús y la patria en la boca. Y así fue.
Ninguno de los guardias había conocido a Karl Marx pero seguían su ideología comunista al pie de la letra. El comunismo no es una teoría política ni económica, es una doctrina de demonios. Y por si hay alguna duda acerca de la naturaleza espiritual del comunismo, lo cierto es que hacían misas negras dentro de la prisión.
De acuerdo a Richard Wurmbrand, Oulanem es la inversión de un nombre sagrado, un anagrama de Emanuel, que significa, Dios entre nosotros. Las inversiones son una práctica muy importante en las misas negras del satanismo. Los nombres Sagrados de Dios, Jesús y María se leen de manera inversa, mientras se quema una Biblia. Todos los participantes deben prometer cometer los siete pecados capitales, así como son enumerados por el catecismo Católico y una hostia consagrada es inscrito con el nombre de Satanás. Todo esto ocurre mientras una mujer desnuda está postrada sobre un altar. La misa finaliza con una orgía y a veces incluye el sacrificio de un niño inocente.
Posiblemente haya quienes defiendan a Marx, razonando que él no cometió esos actos. Que sus palabras fueron interpretadas y usadas de manera equivocada, pero no hay tal mala interpretación. El odio de Marx hacía Dios, y la humanidad, empezó mucho antes de que se interesa por el comunismo. En su juventud escribió, “Deseo vengarme de Aquel que gobierna arriba.”
Después de la universidad, cuando ya se encontraba en Paris, se rodeó de amigos radicales. Hasta entonces, Marx no había tenido ningún interés en el comunismo, e inclusive estaba en contra del socialismo. Para todos, era la manera de destronar a Dios y establecer al hombre como dios. Sin embargo, para Marx, representaba el medio para lograr su deseo de dejar el mundo en ruinas y sentirse igual que el Creador. Para él, el comunismo era una revolución terrorista en la cual la violencia y el derrame de sangre era necesario. De acuerdo a Marx, ¨Las clases y las razas demasiado débiles para dominar las nuevas condiciones de vida deben ceder…. Deben perecer en la revolución¨.
En su biografía de Marx, Robert Payne dijo, ¨Tenía la visión del diablo del mundo y la malignidad del diablo. A veces parecía que sabía que estaba realizando obras de mal¨. Los amigos de Marx también lo miraban, pero las mentes perversas se encuentran y como dijo uno de sus íntimos amigos, ¨Hay que adorar a Marx para ser amado por él. Uno tiene al menos que temerle para ser tolerado por él. Marx es extremadamente orgulloso, hasta la suciedad y la locura¨.
Antes de conocerlo en persona, Friedrich Engels lo describió como ¨el monstruo poseído por diez mil demonios´. Con sólo leer sus escritos, sabía bien quién era Karl Marx. Aun así, se convirtió en su amigo íntimo, colaborador más que co-autor, y su patrocinador principal. Aunque Marx es quien recibe la mayoría del reconocimiento, Engels es igualmente responsable por la propagación de la ideología comunista.
Engels también tuvo un padre rico, dueño de fábricas de textiles y también fue criado en la fe cristiana. Había estudiado teología, quizás con vistas de hacer una carrera eclesiástica, pero en el camino empezó a perder su fe. “Oro todos los días, de hecho, casi todo el día, por la verdad, y lo he hecho desde que empecé a dudar, pero todavía no puedo volver. Mis lágrimas están brotando mientras escribo.” Esto le causó gran sufrimiento por algún tiempo, pero al final se entregó al mismo demonio que Marx. Qué fue lo que causaron sus dudas y finalmente lo empujó a cruzar el umbral de la fe hacía el oscurantismo, no está claro, pero su asociación con Marx selló su decisión.
Tanto él como Marx vivían del sistema capitalista, mientras escribían sobre los males del capitalismo. A diferencia de Marx, que nunca mantuvo un trabajo, Engels trabajaba en la fábrica de su padre, algo que, al parecer, no lo agradaba y de lo cual renegaba. Nunca se casó, ni tuvo familia propia, prefiriendo una vida disoluta con muchas mujeres. Aparentemente, su único compromiso fue con el comunismo y con Marx. Incluso, aceptó la paternidad del hijo que tuvo éste con la criada de la familia y no confesó la verdad hasta después que había fallecido Marx.
Los dos libros más importantes de Marx y Engels fueron Das Capital y El Manifiesto Comunista. En el primero postulaba que el capitalismo depende de la explotación del trabajador. El segundo se centraba en la idea que el comunismo sería la solución al conflicto entre la clase trabajadora y la burguesía, pero para logarlo es indispensable la revolución. Entonces, todos los miembros de la sociedad trabajarían, cada quien de acuerdo a su habilidad. El estado se haría cargo de la producción y la distribución de productos y servicios y se proporcionaría a cada quien según sus necesidades. Sólo así, podrían acabar los conflictos entre las clases y abrir el paso hacía una sociedad utópica, en la cual la ética y la justicia reinan.

En otras palabras, lo que Marx pretendía era llegar a una sociedad moral sin moralidad, y a la justicia cometiendo injusticias. Establecer un paraíso en el cual el hombre es supremo en un mundo materialista. Para esto, la teoría de Darwin fue importante porque sentó las bases para el materialismo desde una perspectiva científica. Ambos hombres tenían la intención de subvertir las creencias religiosas por razones personales, pero los motivos de Marx eran todavía más malévolos. En el Manifiesto Comunista escribió que su meta era la abolición no sólo de todas las religiones, sino también de toda moral que haría todo permisible. En el satanismo es prohibido prohibir, nada es verdad y todo es permisible.
Aunque algunos autores que escriben sobre Marx, como los arriba mencionados, reconocen sus inclinaciones satánicas, ninguno propone abiertamente la posibilidad de la posesión demoniaca. En realidad, ni falta hace. Marx mismo lo dice. ¨Así he perdido el cielo. También sé que mi alma, una vez fiel a Dios, es elegida para el infierno¨. Estas palabras eran una declaración de su verdad, una confesión, del camino que había escogido. Un narcisista maligno, las palabras de Marx recuerdan a las palabras atribuidas a Lucifer en la biblia. Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte; sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo.
La oscuridad de Marx se difundió por el mundo gracias a muchos participantes en lugares altos. En su casa, sin embargo, bastaba él sólo. Tres de sus hijos menores se murieron por desnutrición y condiciones antihigiénicas en el hogar. Su hija Eleonor contó que cuando Marx les contaba cuentos, eran historias terroríficas, productos de su propia imaginación, que podían durar meses. Pero esa era lo normal en la casa de la familia Marx. El hambre, la enfermedad, la pobreza y el terror. Aun así, su familia lo querían hasta la suciedad y la locura.
Uno de los temas recurrentes en los poemas y las historias de Marx eran los pactos de suicidio. Después de su muerte, tanto Eleonor como Laura, su hermana, hicieron pactos de suicidio con sus maridos. Eleonor y su esposo, Paul Lafargue, cumplieron su pacto y murieron juntos. Después, Laura y su esposo hicieron el mismo pacto. Cuando llegó el día, Laura tomó el veneno, pero su marido se arrepintió en el último momento.
En el Instituto Marx de Moscú, están guardados aproximadamente 100 volúmenes de los escritos de Marx, de los cuales solamente se han publicado, curiosamente, trece. Entre estos, los poemas que expresan la profundidad de su enemistad con Dios. Después de la muerte de Marx, su hija Laura le entregó sus escritos al primer biógrafo de Marx, Franz Mehring. Horrorizado, después de leerlos, se los regresó diciéndole que debían resguardarlos para proteger la reputación de su padre. En realidad, Marx nunca ocultó quien era, pero sus biógrafos y todos los promotores de su ideología sí lo hicieron, no tanto por amor a Marx, sino por lo que se podría lograr con su teoría.
Después de la segunda guerra mundial, hubo una gran resistencia al comunismo de parte del mundo occidental. Muchas personas creyeron que la caída de la Unión Soviética significaba el fin del comunismo, pero eso no ha sido el caso. Nunca desapareció, simplemente se transformó en nuevas formas de sutil opresión utilizando al mismo pueblo para implementarlas, como la cultura de cancelación, por ejemplo. La libertad de expresión sólo se permite si la opinión expresada es la más popular, sin importar si lo que se dice es verdad o no. La imposición de mandatos para el bien de todos, y por encima de los derechos individuales, es un concepto comunista, cosa que pocas personas parecen entender.
Los cambios profundos y duraderos ocurren paulatinamente y para convencer a un pueblo actuar en contra de su propio bienestar ha tomado décadas. En realidad, han sido milenios si se toma en cuenta que el comunismo marxista es muy similar a la idea cabalista desarrollada en los tiempos de la Babilonia, Esto es, para liberar a la serpiente del abismo, es necesario la total inmoralidad, ya que sólo así puede tomar su lugar como el verdadero dios del mundo. Por esta razón es que cualquier religión que contradice u obstaculiza esta meta debe ser aniquilada. Mientras tanto, se tienen que conformar con la subversión de la misma.
La mejor manera de destruir algo es desde adentro. Las iglesias cristianas protestantes han adoptado muchos conceptos del socialismo y comunismo. Algunos clérigos consideran que Jesucristo era socialista. En la Iglesia Católica, ocurrió oficialmente a partir de Vaticano II. En la actualidad, se practica la teología de liberación, una doctrina bastante liberal y en contradicción del catolicismo tradicional. El comunismo marxista no es simplemente satánico, es luciférico. Es la inversión de las creencias cristianas que se ha convertido en una religión.
Al igual que Darwin, Marx era racista y elitista, un detalle que, irónicamente, pasa por desapercibida para las personas que lo admiran. Tanto el comunismo marxista como la teoría de Darwin son ideologías elitistas dirigidas a intelectuales, no al proletariado ni a las razas inferiores. Tampoco son ideologías originales. Desde tiempo inmemorial, la meta ha sido tumbar a Dios de su trono. En su libro, El Socialismo y los Intelectuales, Lafargue escribió, ¨Cuando Darwin publicó su Origen de las Especies, le arrebató a Dios su rol como Creador del mundo orgánico¨. La teoría de Marx, lo pone en práctica.
El poseso perfecto es aquél que entrega su alma a Lucifer y aspira a la vida eterna en el infierno. Eso fue Karl Marx de acuerdo a sus propias palabras. Sin embargo, en las escuelas y los libros es presentado como un gran humanitario, una total inversión de la verdad. No es por nada que las iglesias con mayor crecimiento son sectas satánicas y el mundo se encuentra sumergida en una orgía de permisividad.