La Revolución Mental

Hace unos meses, Mars, la empresa que hace las golosinas de chocolate M&M’s, inició una campaña de publicidad en la cual presentaron a su nuevo miembro Morado, un chocolate transgénero. Aprovechando la oportunidad, también dieron a conocer que Verde y Marrón ahora son una pareja de lesbianas. El propósito de la campaña, al parecer limitada a los Estados Unidos, era mostrar su apoyo a la comunidad transgénero y sobre todo fomentar la inclusividad. Por supuesto, fue un rotundo fracaso.

Dejando de lado la estupidez, hay que preguntarse cómo es que el mundo ha llegado a tal grado de locura que no solo niega la realidad científica, sino la naturaleza misma. En un mundo en el cual la vida diaria se ha convertido en una lucha por la supervivencia de los menos desordenados. Donde las personas, y más específicamente los niños, son el objetivo principal de ideologías que deliberadamente intentan socavar todo lo que una sociedad normal valora. Como siempre, las respuestas se encuentran en la historia que a menudo no se enseña en la escuela, es decir la historia completa sin omitir ni distorsionar los hechos.

Mucho de lo que está presenciando hoy es el resultado de la influencia de la Escuela de Frankfurt, un grupo de teóricos y filósofos de izquierda. Entre los miembros más conocidos se encuentran Max Horkheimer, Theodor Adorno, Herbert Marcuse, Erich Fromm y Wilhelm Reich. Hay otros miembros, personas que sirvieron como influencia sobre sus ideologías, como Antonio Gramsci, pero debido a que esto no se centrará en ningún individuo en particular, quedarán denominados colectivamente como la Escuela de Frankfurt, todos los cuales fueron influenciados por Karl Marx.

Patrocinado por Félix Weiil, un judío alemán nacido en Argentina, la Escuela de Frankfurt se estableció en 1923 con el propósito de reunir intelectuales para lograr un verdadero marxismo y difundirlo al mundo. Incapaces de comprender por qué las masas aún no habían levantado en contra de sus opresores, como había predicho Marx, determinaron que lo habían malinterpretado, lo que los llevó a desarrollar una estrategia radicalmente diferente. El enfoque de Marx había sido económico y político, la Escuela de Frankfurt, en cambio, fijó como objetivo la teoría critica de las estructuras culturales y sociales.

Willi Munzenberg, miembro fundador de la Escuela de Frankfurt

La opresión de las masas se convirtió en la opresión de la minoría. Los hombres oprimen a las mujeres, los padres oprimen a los hijos, los hombres blancos oprimen a las personas de color, los heterosexuales oprimen a los homosexuales, el Occidente oprime al Oriente, etcétera. En fin, todo lo tradicional, la familia, la religión, el patriotismo nacional, la cultura, el género, los valores, la moral y hasta el razonamiento son construcciones sociales que mantienen al hombre esclavizado y enajenado, y todo lo que impide la satisfacción de los impulsos debe ser sujeto a la crítica. Para vivir su mejor vida, el ser humano debe hacer lo que le da la gana, lo cual hace recordar el lema del malvado Aleister Crowley, haz lo que quisieras será la totalidad de la ley.

La razón por la que estos hombres lograron inculcar los ideales comunistas en el corazón de la sociedad fue que una vez que se dieron cuenta de que las masas no se iban a unir en una revuelta, se centraron en el individuo. Lo hicieron a través de la infiltración y la subversión. La revolución de la contracultura de los años sesenta es la ideología de Frankfurt con la cual la gente fue engañada a creer que el libertinaje es la verdadera libertad. Las organizaciones e instituciones que alguna vez educaron, inspiraron confianza, fe y esperanza en el futuro, se convirtieron en el discipulado de los perversos. A medida que la visión nihilista de la vida fue difundiendo su ansiedad pesimista a través de la cultura popular, la música, el arte, la literatura y el cine se volvieron cada vez más oscuros.

La Escuela de Frankfurt fue establecido en la era de la República de Weimar, el régimen político gobernante en Alemania después de la primera guerra mundial hace ya cien años. Sin embargo, el enfoque aquí estará sobre el efecto en la sociedad. Sirve como un buen ejemplo de lo que sucede en una sociedad cuando las personas son impulsadas por sus deseos en lugar de la razón. También demuestra que cuando no se aprende de la historia, se repiten los mismos errores, la mayoría de las veces con resultados peores.

Lo siguiente es lo que escribió el periodista y autor italiano Luis Barzini sobre lo que vio en Berlín en su libro Los EuropeosHabía hombres vestidos de mujer, mujeres vestidas de hombre o de colegialas, mujeres con botas con látigos (botas y látigos en diferentes colores, formas y tamaños, prometiendo diferentes divertimentos pasivos o activos). Vi veteranos sin piernas con muletas, culs-de-idte (sin ambas piernas), veteranos sin brazos o ciegos que llevan cruces de hierro, y los hambrientos desempleados sin afeitar, todos mendigando. Vi proxenetas (padrotes) ofreciendo nada a nadie, niños pequeños, niñas pequeñas, jóvenes robustos, mujeres libidinosas, o (supongo) animales. Se dice que un ganso macho al que se le cortaba el cuello durante el éxtasis le daba a uno la sensación más deliciosa, económica y rápida posible, ya que permitía a los clientes disfrutar de la sodomía, la bestialidad, la homosexualidad, la necrofilia y el sadismo, todo al mismo tiempo. La gastronomía también, porque uno podía comerse el ganso después.

Berlín era conocido por sus universidades, descubrimientos científicos, arquitectura, música, arte y cine, lo cual atrajo a personas de todo el mundo. De 1924 hasta la caída de la bolsa de valores en 1929, Alemania tuvo un auge económico que en parte dio lugar a una sociedad más liberal desplazando a Paris como la ciudad más hedonista en Europa. De manera que se había establecido como una sociedad altamente sexualizada desde antes de la llegada de la Gran Depresión. Lo que describió Barzini, que estuvo en Berlín a principios de los años treinta no mucho antes del ascenso de Hitler, parece haber quedado corto. El Berlín de los años 20 y 30 fue la Babilonia del mundo moderno. Un rabino que habló sobre el tema dijo que Sodoma y Gomorra era más preciso.

Entre los muchos depravados de esa época, el doctor Magnus Hirschfeld es especialmente relevante el día de hoy. Desde 1897 intentó descriminalizar el homosexualismo y la sodomía. Organizaba grupos de homosexuales alentándolos a vivir abiertamente sus proclividades y pelear por la emancipación y la igualdad sexual. A él también le gustaba caminar por las calles vestido como mujer haciéndose llamar la tía Magnesia. En 1913, cofundó la Sociedad Médica para la Ciencia Sexual y la Eugenesia y también abrió un museo de sexo donde albergaba una biblioteca la cual contenía miles de archivos de casos clínicos, anotaciones de sus casos quirúrgicos, y una de las más grandes colecciones de material pornográfico, incluyendo pornografía infantil.

Él fue quien inventó la palabra trasvesti, y el primero en realizar una operación transgénero, lo cual no pudo haber sido menos que una barbarie, además de otros experimentos quirúrgicos que se han descrito como grotescos y horrendos. Hirschfeld creía que el género era una entidad inestable y fluctuante; lo masculino y lo femenino eran “abstracciones, extremos inventados”. Una vez calculó que había 43,046,721 combinaciones posibles de características sexuales, luego indicó que el número probablemente era demasiado pequeño. Debe quedar claro que la idea de que los seres humanos pueden ser de un género fluído, no es nada nuevo.

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Hoy día, Hirschfeld es considerado un pionero en la defensa de los derechos homosexuales y el Einstein del sexo. Lo que poco mencionan, por no decir nunca, es su odio por el cristianismo. Para él, los cristianos se encontraban “en las garras de exageraciones antihedonistas durante dos mil años”, cometiendo así “automutilación psíquica”. Por lo tanto, la enfermedad y la degeneración debían asociarse con la sociedad occidental, lo cual parece ser la actitud actual hacía el cristianismo también.

¿Qué tiene que ver todo esto con unos chocolates? Pues todo. Esos chocolates se venden por toneladas desde hace décadas, y es ridículo pensar que una compañía aumentará sus ventas porque apoyan a los transgéneros, y de hecho sucedió todo lo contrario. Decir que están apoyando a la comunidad transgénero simplemente agregando un chocolate de color morado al paquete de dulces es totalmente absurdo. Entonces, ¿cuál es el propósito? Pues la respuesta es muy sencilla, lo que en realidad están vendiendo al público es una ideología. Es el acicalamiento, o grooming como dicen los americanos, del público para que vean el transgenerismo, y todo las demás, como normal.

Aunque Hirschfeld no fue miembro de la Escuela de Frankfurt, tenían creencias similares. Se veían a sí mismos como los justos salvadores de la humanidad y a las personas que creían en los valores y la moral cristiana como los depravados. Lo mismo es cierto de Hitler, quien creía que salvaría a Alemania, y al mundo, librándolo de los judíos. Son las dos caras de una misma moneda dirigidos por los mismos demonios. El crimen de Hitler fue el genocidio y el de los otros fue el menticidio. Todos eran de un mismo espíritu corrupto, llenos de odio por la humanidad.

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¿En dónde crees que estudiaron los ejecutivos de esa empresa? O para el caso, ¿los de cualquier empresa que es progresista, inclusiva, verde, feminista, pro-aborto, pro-vacuna, pro-inteligencia artificial, pro-transhumanismo? La ideología socialista/comunista fue diseminada en todas las universidades. En el cine, en la literatura, la música, las iglesias, la política, la ciencia y la cultura popular. El propósito fue transformar a la sociedad de una manera profunda e irrevocable.

Querer explicar todo esto únicamente desde el punto de vista de la historia política, ideológica, económica o lo que sea, es ignorar que en su esencia siempre ha sido, y siempre será, una guerra espiritual entre el bien y el mal. Lo que se ha escrito aquí es solo un breve resumen de una pequeña fracción de todos los acontecimientos que han llevado al mundo a este punto. Apenas están empezando a verse los efectos de estas ideologías y el precio que están pagando las generaciones actuales.

En la siguiente entrada quedará clara la realidad del profundo e irreparable daño físico y psicológico que han causado estas perversas ideologías.

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