El Anticristo y el 666 pt 1

Hijo de perdición, la bestia, el hombre de iniquidad, la abominación de desolación y el 666. Estos son los
nombres del anticristo, aquél que, desde hace siglos, espera el mundo cristiano como señal definitiva del fin del mundo y el regreso de Jesucristo.

Tanto la iglesia católica como otras denominaciones cristianas protestantes concuerdan en que el anticristo será un hombre con cumplirá las siguientes características:

• Su apariencia física será semejante a la imagen de Cristo
• No envejecerá físicamente más allá de los 33 años de edad
• Vendrá aparentando ser un príncipe de paz en tiempos de problemas insuperables
• Enfrentado el mundo a una guerra mundial, problemas económicas y hambrunas
o Logrará establecer paz mundial (sólo durará tres años y medio)
o Prometerá riqueza material, poder y salvación a las masas
• Sufrirá una herida mortal en la cabeza, pero sanará satánicamente
• Hará milagros y maravillas con el poder de Satanás
• Hará llover fuego del cielo
• Asombrados por sus milagros, el mundo creerá que él es el Mesías
• Será mundialmente aceptado y adorado
• Formará un gobierno mundial
• Se declarará Dios y la gente lo aceptará como tal
• Establecerá una nueva religión y blasfemará en contra del Dios de la biblia
• Levantará un ejército en contra de los cristianos y las iglesias desaparecerán del público
• Exigirá que la gente tome la marca de la bestia en la frente o en la mano
• Adorándolo, muchos aceptarán la marca de la bestia y perderán sus almas

A pesar de tener una apariencia semejante a la imagen de Cristo, será el opuesto exacto en cuanto a su vida y su esencia. Algunos teólogos, en base a sus interpretaciones de la biblia, especulan que será un hombre judío y posiblemente homosexual, esto debido a que la biblia dice que no tendrá deseo por las mujeres. Su madre será una prostituta, no habrá registro de su nacimiento y tendrá una niñez de desecho. A diferencia de Cristo, tendrá un padre mortal y será poseído por Satanás, quien le dará poder.

El anticristo no sólo es el opositor de Cristo, sino también su opuesto porque su esencia es de odio. ¿Cómo es entonces que logrará engañar a tantas personas, incluyendo, de ser posible, como dice la biblia, hasta a los electos? La realidad es que hay una variedad de razones, pero si hay que resumir la respuesta, sería la siguiente: El culto religioso, centrado en Dios, se ha cambiado por el culto del yo, en el cual cada quien es su propio dios y basta una sola palabra para decirlo de una manera más sucinta – narcisismo.

En la entrada titulada Narcisismo y Posesión se describen las características del narcisista con detalle. Si estas se comparan con la descripción de Lucifer, en la entrada así titulada, queda claro que son iguales. Toda maldad tiene un solo progenitor, Lucifer, cuya esencia es la total ausencia de amor. Lo mismo es cierto del narcisista, quien tiene una total incapacidad para dar o recibir amor. Ambos se presentan como ángeles de luz, pero en realidad son leones rugientes buscando a quién devorar y cualquier persona que ha sido afectado por un narcisista puede atestiguar del daño que hacen.

Los espíritus malignos son incorpóreos y necesitan de la materia, el hombre, para tener efecto sobre el mundo natural o, para decirlo de una manera más sencilla, necesitan al hombre para poder hacerle daño al hombre. Para poder comprender cómo es que se logra, hay que entender mejor qué es y cómo funciona la maldad, como categoría general, pero en el entendimiento que incluye sus representaciones como Lucifer, Satanás, espíritus malignos y las personas que son sus agentes.

Es indudable que prácticamente todas las personas en el mundo han sido afectadas, directamente o indirectamente, por la maldad. Inteligente y personal, la maldad busca un ambiente favorable, en el cual los individuos, ya sea por ignorancia, engaño o convicción, están abiertos a su influencia. Aparece en el curso cotidiano de la vida, con una apariencia de normalidad, de manera que a muchos les pasa por desapercibido. Corrompe al hombre y lo hace partícipe en su avance, con la intención de impedir la buena voluntad de Dios.

Inflige dolor y nubla el razonamiento del hombre, dejándolo indefenso para reconocer, discernir y resistir la maldad en sus múltiples manifestaciones. Afecta la inteligencia del hombre con la cual recibe e integra el conocimiento. También afecta su voluntad con la cual actúa sobre el conocimiento. Crea una ausencia de conceptos definidos para la mente y una ausencia de metas claramente definidas para la voluntad.

Es un proceso paulatino, constante y progresivo que deja a sus víctimas en un estado de inestabilidad y abiertos a aceptar lo que sea que pase. Abruma la mente con ideas, imágenes, recuerdos y sentimientos con la intención de tomar control de la voluntad. Impide una clara definición de sí mismo en el individuo de una manera deliberada. Utiliza cualquier táctica en contra de su víctima y, difícilmente, renuncia su control sobre el, utilizando el temor, la culpa y la vergüenza como sus armas principales. Aísla a su víctima, creando una dependencia y una inhabilidad para reconocer el verdadero amor y distinguir el bien del mal.

La vulnerabilidad del víctima reside en su inhabilidad para creer en la existencia de la maldad. Además, queda atrapado en una ilusión falsa de tener control sobre su propia voluntad, por lo que, frecuentemente, cae en la soberbia, creyéndose capaz de enfrentar, sanar o vencer lo que ni siquiera reconoce. La maldad se oculta detrás de una personalidad falsa, por lo quedan sus víctimas en una ceguera espiritual, emocional y psicológica.

Si se sustituye la palabra maldad por la de narcisista, es obvio que funcionan y se manifiestan de la misma manera, por lo que se tiene que entender que el narcisismo no es un problema psicológico, sino un problema espiritual profundo. Siendo así, no está fuera de lugar considerar que, metafóricamente hablando, el narcisista es como un demonio y su víctima un poseso.

La posesión demoniaca ocurre cuando un espíritu maligno toma control del cuerpo y la voluntad de un ser humano. No es un estado constante, por así decirlo, entra y sale de su víctima a su antojo y éste ni en cuenta de que ha perdido control alguno. Cree que sigue su propia voluntad. Así mismo ocurre con el narcisista y su víctima, quien no sabe dónde termina uno y empieza el otro. Cede sus pensamientos, sentimientos, ideas, ilusiones y necesidades a favor del narcisista, todo por lograr un amor que no existe en ninguna de las dos partes.

Es muy común que las personas ignoren por años que conviven o son afectados por un narcisista, si es que lo lleguen a ver alguna vez. Desgraciadamente, en la mayoría de los casos, se encuentra que no solo hay un narcisista a su alrededor, sino muchos. Son legión.

Aún aquellos que logran liberarse de su narcisista son propensos a elegir otro igual o peor y, en algunos casos, cuando logran encontrar una persona normal, asumen las características del narcisista, no porque sea precisamente su naturaleza, sino porque no tienen una definición clara ni conocen el verdadero amor. Vale más el diablo que se conoce que el que está por conocer. Es decir, antes de que me hagas daño, tomo el control, una estrategia por demás equivocada, confirmando que la mala compañía echa a perder el buen carácter.

La esencia de Dios es amor y de eso desprende la verdad y la justicia. La esencia de la maldad, en cambio, es el odio y lo mismo es cierto del narcisista. Denigran el amor, la verdad y la justicia. Ponen lo bueno por malo y lo malo por bueno. Como la humedad, el espíritu anticristo ha ido impregnando todas las áreas de la vida. El desamor, tanto del hombre hacía su prójimo como por sí mismo, es lo que tiene al mundo esclavizado por la inseguridad y la desesperanza, controlado y manipulado por sus emociones, sin un razonamiento claro que los lleve hacia la verdad. Así es como tiende la trampa, llevándolos a amar la mentira y odiar la verdad, atrapándolos en una realidad falsa.

Así como para liberarse de la posesión demoniaca se requiere, primeramente, hacer que el espíritu maligno se manifieste, es decir, que deje de ocultarse detrás de la personalidad del poseso, y dar su nombre, que comúnmente está relacionado a su función, hay que quitarse el velo de los ojos con respecto al narcisismo y verlo en todas sus manifestaciones. Sólo así pierden su poder.

Para muchas personas ha sido fácil hacer caso omiso de, o inclusive negar, el mundo espiritual, pero difícilmente pueden negar el aumento del narcisismo en el mundo. El yo por encima de hijos, padres, familiares, amigos, pueblo y nación, caiga quien caiga. La falta de consciencia, la habilidad de darse cuenta, es más que una función del ego, es una función del alma. No es un asunto de intelecto sino de espíritu. Si tu postrado me adoraras, todo esto te daré. Así le dijo Satanás a Cristo y lo mismo le dice el narcisista a sus víctimas.

Por último, toma en cuenta que la marca de la bestia, sin la cual no se podrá comprar ni vender, se pondrá en la frente o en la mano. Sin negar la interpretación literal, también se debe considerar como interpretación simbólica que la frente es donde residen los pensamientos y con la mano se actúa. Los narcisistas no tienen una marca, pero piensan y actúan con un espíritu anticristo.

El asunto a entender es que, si viviendo y sufriendo en carne propia los daños causados por las personas narcisistas, no es suficiente para reconocer su maldad, ¿cómo se pretende poder reconocer al anticristo cuando llega, y más importante aún, no caer en su engaño? Se ha estado preparando el campo desde hace muchos milenios. Cristo pudo discernir la verdad y rechazar la tentación. ¿Podrás tu hacer lo mismo?

4 comentarios sobre “El Anticristo y el 666 pt 1

Deja un comentario

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s