Transnarcisismo

Trans: prefijo – detrás de; al otro lado de; a través de; más allá de

Narcisismo: un sentido desmesurado de la propia importancia, una necesidad profunda de atención excesiva y admiración, relaciones conflictivas y una carencia de empatía por los demás

La palabra transnarcisismo realmente no existe como tal, pero como ya se vive en un tiempo que todo se vale, y se inventan palabras al antojo, hay que aprovecharlo. De cierta manera, la invención de nuevas palabras es necesario porque el lenguaje tradicional ya no es suficiente para describir la translocura a la que está sometida el mundo. Ya se cruzó ese umbral desde cuándo. La puerta de la cordura ha quedado atrás y está a punto de cerrarse.

La mujer de la nueva era

También hay que dar un nuevo significado a lo que se quiere decir con narcisismo. Algo que se ajusta más a la realidad actual, porque la definición psicológica es inadecuada. El narcisismo es un problema espiritual que se presenta con sintomatología psicológica y conductual, cuya característica principal es la falta de conciencia. De esta manera, satisface la descripción psicológica, en el que la falta de conciencia significa un no darse cuenta, y el espiritual en el que la falta de conciencia refleja un abandono del alma.

Este punto acerca del abandono del alma es de particular importancia porque señala una entrega voluntaria y una apertura por donde puede entrar la maldad. Esto no quiere decir que todos los narcisistas se dedican al mal, sino que su falta de conciencia, en ambos sentidos, los deja incapacitados para reconocer o defenderse de la maldad. Impide el buen juicio por lo que no pueden distinguir entre el bien y el mal. Si todo es bueno, todo es aceptable y todo es permisible.

El transnarcisismo es como un virus que invade su anfitrión, se propaga y contagia a los demás. La mayoría de la gente trata de protegerse de un virus, real o no, pero en el caso del transnarcisismo no solo no se protegen, lo buscan. La televisión, música, películas, video juegos, y redes sociales. Algunos son pasivos, y otros son activos, pero todos son focos de infección por el constante bombardeo de mensajes, imágenes, comentarios e ideologías que son diseñadas para desensibilizar, confundir y embotar los sentidos.

Prueba de que la locura es generacional, aquí se ve a la actriz Jamie Leigh Curtis, hija de dos grandes estrellas del Hollywood clásico, con su hijo Thomas, quien decidió que en realidad era su hija, Ruby. La actriz fue tan admirada por su aceptación y orgullo por la valentía de su hijo/hija que le valió la portada de una de las revistas más populares de los EE. UU. En la última foto, posa con Ruby y su nuera el día de su boda, un evento temático basado en el videojuego, World of Warcraft, oficiada por la actriz, por supuesto.

Este condicionamiento se ha llevado a cabo por décadas. Poco a poco fueron subiéndole al fuego. Las imágenes se han vuelto más gráficas, violentas, sexualizadas y demoníacas al grado que ya se acepta como algo normal que ha conducido al menticidio y la zombificación del hombre moderno que anda sin rumbo y vive con un sentimiento de vacío. Las generaciones jóvenes en particular sufren con problemas de ansiedad y depresión porque han sido los victimas principales del transnarcisismo.

Han sido inculcados a creer que todo lo tradicional es opresivo y limitante.  No hay quien los proteja ni los defienda. Ni los padres, ni la sociedad, ni las iglesias, porque también han sido infectados por el transnarcisismo. Todos se están adaptando a una realidad torcida y grotesca.

Con justa razón están llenos de ansiedad y depresión. El alma humana no fue creada para tolerar tanta maldad. Fue creado por el Bien para hacer el bien, y irse contra su naturaleza lleva sus consecuencias. Pero allí está la clave del porque hay tanto interés en adoctrinar a los niños pequeños y a los jóvenes. Entre más pronto empiezan a educarlos en la perversidad, más difícil será cambiar esa programación. El propósito es logar un cambio tan radical y tan profundo que no haya vuelta hacía atrás.

Por eso publican libros dirigidos a niños de 4 a 8 años que describen detalladamente la relación sexual entre dos preadolescentes, o crean juguetes transgenero. Supuestamente, es para educar, desarrollar la tolerancia y la inclusión, pero eso no puede ser puesto que no toleran ni incluyen a quienes tienen una opinión distinta sobre el tema. En cuanto a educación, los niños ahora salen de la escuela mucho más ignorantes que antes. Pero eso sí, muy conocedores del sexo y el transgenerismo.

Lo extraño de todo esto es que una comunidad tan pequeña haya podido lograr tanto poder. Y no se trata de la población mundial, sino principalmente la de los Estados Unidos, Canadá e Inglaterra. Son los países que más han apoyado este movimiento de reeducación, incluso en contra de los deseos de la mayoría de los padres de familia y hasta los votantes. Tratándose de este asunto, no son democráticos, son autoritarios, y aunque digan que es para fomentar la aceptación por la diversidad, eso no explica por qué se lleva a cabo de una manera que parece una obra de sugestión, como si quisieran fabricar nuevas generaciones transgenero.

En 1996, el psicólogo Saul Kassin publicó los resultados de un experimento que llevó a cabo para dar explicación al fenómeno de la confesión falsa.  En este experimento, se pidió a los sujetos que hicieran un breve ejercicio de mecanografía en una computadora, dictado por un segundo sujeto que, en realidad, era cómplice del experimento. Al finalizar el ejercicio, los sujetos de prueba fueron acusados ​​falsamente de dañar la computadora al presionar la tecla equivocada, lo que inicialmente fue negado por los sujetos inocentes. Sin embargo, cuando la acusación fue confirmada por los cómplices, quienes dijeron haber presenciado el error, la mayoría de los sujetos firmaron una carta de confesión de que efectivamente habían causado el daño. Habían internalizado sentimientos de culpa e incluso fabularon detalles que sustentaba un error que realmente no habían cometido.

Lo que mostró esta investigación es que la evidencia falsa puede inducir sentimientos de culpa que hacen que las personas acepten la responsabilidad por algo que no hicieron y hasta desarrollar recuerdos que respaldan esos sentimientos de culpa. Ahora bien, este experimento se hizo en adultos, con una capacidad de juicio más desarrollada, ¿no sería todavía más fácil inducir sentimientos de culpa en los niños y lograr que acepten una falsa realidad?

Durante los últimos años, ha habido un gran énfasis en sentirse culpable. Los hombres deben sentirse culpable por que son hombres, las mujeres deben sentirse culpables si no apoyan a otras mujeres porque son mujeres, la gente de piel blanca debe sentirse culpable porque nacieron con piel blanca, los padres deben sentirse culpables si no permiten que sus hijos exploren su sexualidad, o determinen su género. Ha funcionado de maravilla en muchísimos adultos, a menudo en su propio detrimento. ¿Será por eso que han surgido tantos niños transgénero en los últimos años?

Los niños transgénero parecen recibir más atención, apoyo y aprobación de parte de sus padres, y del público en general, por su supuesta valentía. Si su transgenerismo es real o inducida no se sabe, porque su decisión recibe aceptación inmediata, sin cuestionamiento. Hasta un niño de tres años, sin concepto alguno de lo que es el sexo y mucho menos el género, puede desafiar la ciencia. ¿O será que la decisión es tomada por los padres e impuesto sobre el niño sin la más mínima consideración por las consecuencias a futuro?

Aún más problemática es la falta de una enseñanza básica de valores. Los niños están expuestos a una plétora de influencias satánicas sin guía ni restricción por parte de sus padres. La mayoría de las veces, los padres disfrutan de los mismos programas de televisión, películas y música que sus hijos y sirve como un reforzamiento de que no tienen nada de malo. Los países más progresistas son especialmente culpables de esto, pero también hay para el mundo latino.

Por ejemplo, los videos de Bad Bunny y Maluma suelen contener símbolos de lo oculto que la mayoría de la gente no reconoce como tales por falta de conocimiento. Bad Bunny tiende a ser más obvio con personajes diabólicos que aparecen con frecuencia en sus videos. Maluma, en cambio, es más sutil y simbólico. A continuación, imágenes de tres de sus discos, cuyos títulos son Magia, 23 y 11:11. No parecen tener ningún significado más allá de un título. Sin embargo, el hecho es que los números 23 y 11 son muy significativos en el mundo esotérico.

El número once se asocia con la luz y la oscuridad, la vida y la muerte. En el tarot, es representado por una mujer domando a un león, un tatuaje que el artista tiene en su pecho. El número 23 está asociado a la vida y el renacimiento, a Osiris, deidad de vida, muerte y resurrección. Para Aleister Crowley, era la alegría de la disolución, lo que los alquimistas llamarían Solve et coagula, disolver y coagular, y en el mundo espiritual significa la conversión del hombre viejo al hombre nuevo. Si estos dos hombres saben lo que hacen o no, es cosa suya. Quienes deben preocuparse son las decenas de millones de personas que los siguen.

En 1943, el teólogo alemán Dietrich Bonhoeffer fue encarcelado por su participación en un plan para asesinar a Hitler. Durante ese tiempo, Bonhoeffer intentó comprender cómo un país tan intelectualmente sofisticado como Alemania, pudo caer bajo el hechizo de alguien como Hitler. Fue especialmente crítico de los cristianos que no hicieron nada ante la persecución y asesinato de los judíos. Concluyó que no fue malicia de parte del pueblo alemán, sino estupidez. Algo que para el teólogo era más peligroso todavía que la maldad. El 9 de abril de 1945, fue ejecutado en Buchenwald, quince días antes de ser liberado por las fuerzas aliadas.

En las palabras de Bonhoeffer, “Contra la estupidez no tenemos defensa. Ni las protestas ni la fuerza pueden tocarla. Razonar no sirve de nada. Los hechos que contradicen los prejuicios personales pueden simplemente no creerse; de ​​hecho, el tonto puede contrarrestarlos criticándolos, y si son innegables, pueden simplemente dejarse de lado como excepciones triviales. De modo que el tonto, a diferencia del sinvergüenza, está completamente satisfecho de sí mismo. De hecho, pueden volverse peligrosos fácilmente, ya que no se necesita mucho para volverlos agresivos. Por eso se pide mayor cautela que con una maliciosa. Nunca más intentaremos persuadir al estúpido con razones, porque es un sinsentido y peligroso”.

Boenhoeffer decía que al conversar con un estúpido se sentía como si no se tratara de una persona sino de consignas y frases que se habían apoderado de él. Cegado, maltratado y abusado en lo mas profundo de su ser, está bajo un hechizo convirtiéndose en un descerebrado sin sentido, capaz de hacer el mal porque es incapaz de reconocerlo como el mal. Solo se puede imaginar lo que pensaría ahora que la estupidez ha recorrido el mundo.

El uso de la palabra estúpido no es para insultar, es para describir. Es el síntoma principal del transnarcisismo y conduce a la pérdida de la conciencia. Es una aflicción para la cual no parece haber cura. Sin embargo, aunque esto explique qué esta ocurriendo, no explica por qué está ocurriendo. La creciente imposición en la sociedad de la intoxicación farmacológica, ideologías como el socialismo y el comunismo, el movimiento verde, transgenerismo, el aborto como derecho, la digitalización del sistema económico, el movimiento transhumanista, y la influencia satánica.

Todos y cada uno de estos, en su esencia, tienen el propósito de subvertir a la humanidad. Son desarrollados, promovidos e impuestos por psicópatas que no tienen la más mínima intención de proteger ni salvar al hombre. Lo quieren destruir, pero la única manera en que lo pueden lograr es con la participación del hombre mismo.

No te dejes engañar, el hombre no nace malo, aprende a serlo. Así que, ten cuidado con lo ves, escuchas y aceptas como verdad.

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