“Hay dos maneras de ser engañado. Una es creer lo que no es verdad; la otra es negarse a creer lo que es verdad.”
Sören Kierkegaard
Al escuchar la palabra holocausto, la mayoría de la gente piensa inmediatamente en la persecución y exterminio de los judíos durante la Segunda Guerra Mundial. Lo que quizás no se les ocurra es que están presenciando un holocausto moderno. Esta vez, en lugar de limitarse a un país o una raza, el mundo entero ha sido sometido a la locura de psicópatas. Al igual que antes, bombardearon con propaganda para infundir miedo y asegurar el cumplimiento de sus políticas autoritarias, y en algunos casos totalitarias, con respecto a un virus y otras cosas.

En ese entonces, los judíos fueron llevados a la fuerza a los campos de concentración y a las cámaras de gas. Esta vez, los psicópatas fueron mucho más inteligentes al lograr que la gente juegue a la ruleta rusa con sus vidas de manera voluntaria. Tanto entonces como ahora, hubo personas que intentaron advertir a los demás que estaban siendo engañados, pero fueron ridiculizados y silenciados, multados, desempleados y hasta encarcelados. Pero, a diferencia de entonces, ahora son los que obedecieron a sus gobiernos los que están sufriendo y perdiendo la vida. La pregunta es, ¿por qué la gente cae tan fácilmente en el engaño?
Cuando Hitler subió al poder, uno de sus primeros críticos fue el pastor y teólogo Dietrich Bonhoeffer. Por años intentó logar que la iglesia protestante se opusiera a la política nazi y la persecución de los judíos, pero lejos de unirse, se dividieron. Una parte de la iglesia estableció una iglesia nacional, aprobada por los nazis, y la otra, en contraposición, formó la Iglesia Confesora. Sin embargo, sus esfuerzos fueron demasiado débiles. Evitaban el tema de la política y el antisemitismo y bajo la presión del gobierno nazi, fueron forzados a la clandestinidad.
Bonhoeffer, en cambio, continuó dando discursos y sermones hasta que le fue prohibido hablar en público, revocaron su autorización para dar clases y fue denunciado como enemigo del estado. Temeroso de ser arrestado, viajó al extranjero, pero regresó a Alemania porque se sentía culpable por no practicar lo que predicaba. Fue entonces que se unió a la agencia de inteligencia militar alemana, Abwehr. Cuando la Gestapo intentó tomar el control de la Abwehr, descubrió que el grupo había ayudado a algunos judíos a escapar a Suiza y que Bonhoeffer había participado y fue encarcelado.

Con la ayuda de un par de guardias que simpatizaron con él, pudo enviar cartas y escritos a sus amigos. Entre ellos estaba lo que se conoce como su teoría de la estupidez. Bonhoeffer dijo que la estupidez es un enemigo más peligroso que el mal, porque el mal puede ser expuesto, protestado y, de ser necesario, detenido por la fuerza, pero ante la estupidez no hay defensa. No hay protesta ni fuerza que valga. El razonamiento cae en oídos sordos y aun cuando se presentan hechos comprobables, la persona estúpida simplemente los descartada como inconsecuentes.
A lo que se refiere Bonhoeffer no es a la falta de intelecto, sino a un estado de estupor, una falta de cognición y de juicio crítico. Para él, es un fenómeno sociológico que ocurre con cada surgimiento fuerte de poder en el ámbito público. Abrumados por el impacto de esa fuerza de poder, la gente cede su independencia y su autonomía. Queda bajo un hechizo, cegado, maltratado y abusado en su propio ser. Habiéndose convertido así en una herramienta sin sentido, la persona estúpida también será capaz de cualquier mal y al mismo tiempo incapaz de ver que es el mal. Esta es exactamente la condición en la que se encuentra hoy más de la mitad del mundo.
El poder se muestra de muchas maneras. Cuando figuras de autoridad hacen declaraciones, la mayoría de las personas aceptarán lo que se les dice sin cuestionarlo. Difieren a su conocimiento y experiencia y dan por asentado que están hablando con la verdad, especialmente cuando se trata de la vida o la muerte. Sin embargo, ya no se vive en un mundo en el que tu palabra es ley. Hoy se vive en un culto de personalidad en el cual la popularidad importa más que la verdad. ¿De qué otra manera podrían haber engañado a miles de millones de personas? La pandemia de Covid ha sido un juego de números manipulados para lograr un resultado deseado cuyas consecuencias afectarán a la población mundial, probablemente, por generaciones en el futuro.

El consultor financiero y gestor de fondos Edward Dowd ha ganado miles de millones de dólares para sus clientes. Gran parte de su trabajo consiste en anticipar tendencias y analizar las estadísticas. De manera que, al notar que se reportaban un número creciente de muertes repentinas de gente joven a principios del 2021, empezó a poner atención al asunto. Inmediatamente sospechó que el número de muertes aumentaría considerablemente y comenzó a recopilar datos para hacer un análisis estadístico. En noviembre de 2022, publicó sus hallazgos en el libro Causa Desconocida, La Epidemia de Muertes Repentinas en 2021 y 2022.
Señala que cada país mantiene estadísticas sobre la mortalidad por cualquier causa. Estas cifras son de particular importancia para las compañías aseguradoras. Estudian el número total de muertes por grupo de edad, etnicidad, región, por año, por mes y por día para determinar el costo de asegurar a una persona determinada. Generalmente, la taza de mortandad no varía gran cosa. Por ejemplo, en 1933 reportaron 1.4 millones de muerte en Estados Unidos y en 1955 fueron 1.5 millones. Para el 2017 el número de muertes subió a 2.8 millones, pero hay que tomar en cuenta factores como el aumento de nacimientos después de la segunda guerra mundial y el influjo de inmigrantes. No hubo aumento significativo en el 2018 ni el 2019.
Si el número de muertes aumenta por encima del promedio de muertes previstos en un año dado, estas se consideran muertes excesivas. De acuerdo el Centro de Control de Enfermedades (CDC) de los Estados Unidos, en el 2020 hubo 528,891 muertes excesivas en comparación con el 2019. Aunque puede parecer lógico suponer que estas muertes excesivas se debieron al Covid, se debe tener en cuenta que muchas muertes no relacionadas con Covid, como enfermedades preexistentes, accidentes y hasta suicidios, se enumeraron como muertes Covid. Por otra parte, los hospitales recibieron incentivos en efectivo por cada diagnóstico de Covid. De manera que es imposible saber realmente cuántas personas murieron por Covid.

Lo que el libro de Dowd señala es que la gran mayoría de muertes excesivas son a partir de la campaña de vacunación, muchas por causas desconocidas. Para finales del 2021, una sola compañía de seguros reportó un aumento de 40% de pagos por muertes, la gran mayoría de las cuales no estaban relacionadas al Covid. Lo peor es que este aumento del 40% ocurrió no en ancianos, sino en personas entre las edades de 18 a 45 años. Gente joven, saludable, sin condiciones preexistentes. Algunos cayeron muertos mientras ejercían o practicaban algún deporte y otros simplemente ya no despertaron. Y los medios de comunicación, callados.
Muestra decenas de informes de muerte súbita encontrados en línea de alrededor del mundo y pone el código QR correspondiente para que el lector pueda comprobar que son casos reales. Proporciona estadísticas, graficas, y otra información, además de una lista de 550 personas que fallecieron, tras recibir la vacuna, organizada por edad. La menor de 5 años y el mayor de 45 años. También añade una muestra de estudios tomados del sitio británico, Save Us Now con enlaces a más de 1000 estudios científicos, realizados en el 2021 y el 2022, que comprueban que las vacunas contra el COVID-19 no solo son peligrosas, son letales (www.saveusnow.org.uk/covid-vaccine-scientific-proof-lethal). De acuerdo a SaveUsNow.org.uk, La ciencia muestra de manera irrefutable que la vacuna COVID 19 no es segura ni efectiva para limitar la transmisión o infección del SARS-CoV-2, los patógenos del coronavirus.
Ha quedado más que comprobado que todos los expertos que advirtieron en contra de la vacuna desde el principio tenían la razón. Dijeron una y otra vez que no es una vacuna porque para crear una vacuna requiere de virus vivos y atenuados para reducir la virulencia de un patógeno. Dijeron que la gente estaría inyectándose veneno en el cuerpo y enumeraron todos los efectos secundarios que eso conllevaría, y si ellos lo sabían, las personas que crearon la, dizque, vacuna, también lo sabían. Aun suponiendo la posibilidad muy, muy remota de que no lo sabían, ¿por qué no dejaron de aplicarla tan pronto como se enteraron que estaba causando daños catastróficos y muerte? Ya han admitido públicamente que su vacuna no previene ni protege de lo que llaman Covid 19. Entonces, ¿por qué siguen insistiendo en que las personas se vacunen y reciban refuerzos?
Porque la vacuna no fue creada para el virus, el virus fue creado para dar la vacuna.

¿Recuerdas los videos de personas que mostraban cómo se les pegaban cucharas y otros objetos metálicos en los brazos después de haber recibido la vacuna? ¿Recuerdas que mientras la mayor parte del mundo se vio obligada a quedarse en casa, las torres 5G se estaban instalando por todas partes? ¿Has escuchado que las vacunas contienen grafeno? ¿Sabes que la comunicación de cerebro a cerebro ya es una realidad? ¿Sabías que al colocar imanes en ciertas partes del cerebro, se pueden suprimir ciertas actividades cerebrales?
Pues bien, el 5G produce campos electromagnéticos de radiofrecuencia. El cerebro humano también emite ondas, pero son mucho más débiles. El grafeno es un superconductor e introducido en el cuerpo humano, funciona como un amplificador/receptor de señal, como el que tienes en tu casa con la cual puedes enviar y recibir, de manera inalámbrica, por el internet. Esto quiere decir que los pensamientos, sentimientos y la actividad neuronal son transmisibles. Como receptora, no solo puede recibir ‘mensajes’, puede ser manipulado o programado, como una televisión Smart, por poner un ejemplo. En realidad esta es una explicación demasiada básica basada en un conocimiento limitado. Para mejor información se recomienda ver esta entrevista con Ricardo Delgado Marin de la Quinta Columna.

El punto aquí es que la conectividad y el internet de cosas al que aspiran incluye a los humanos. Para ellos, el ser humano es una cosa, algo programable. Y no es un sueño para un futuro lejano, ya lo están haciendo. Hay que recordar que Yuval Noah Harari, el adorado de Klaus Schwab, dijo, entre otras cosas, El ser humano es hackeable, y El libre albedrío es cosa del pasado. Podrán implantar pensamientos y recuerdos, modificar conductas y actitudes, entre otras cosas. En fin, las personas que se someten no serán más que un aparato y estarán a disposición de los caprichos de los psicópatas a cargo.
Después de un año y media en la cárcel, la Gestapo descubrió que Bonhoeffer también había participado en Operación Valquiria, el intento fallido de asesinar Hitler y fue enviado a un campo de concentración. Fue ejecutado el 9 de abril de 1945, quince días antes de la liberación aliada. Sus últimas palabras fueron, “Esto es para mí el final, el comienzo de la vida”.
Hay que aprender de la historia. Cuando terminó la Segunda Guerra Mundial, todos dijeron, nunca más, y mira la situación en la que se encuentra el mundo ahora. No puede haber duda de que lo que están haciendo es la esencia misma del mal. Quieren sustituir todo lo natural por lo artificial. Ya sea que creas en Dios o no, lo cierto es que ellos sí creen. Lo odian a Él y a todo lo que creó. Sobre todo, odian al ser humano porque goza del amor y la gracia de Dios. La tierra fue hecha para los hijos de Dios, no para los hijos del mal. No hay que caer en la estupidez.