
En la larga lista de enfermos mentales y espirituales que han causado un daño irreparable en la sociedad, hay uno que es particularmente culpable de haber conducido el mundo hacia esta era de locura. Alfred Charles Kinsey, zoólogo especializado en la taxonomía y el estudio de avispas, y luego sexólogo que se convirtió en el padre de la revolución sexual que puso al mundo de cabeza
Durante la primera mitad del siglo pasado, la sexualidad no era un campo común de estudio y el estudio sobre la sexualidad en los niños era inexistente. Sin embargo, todo eso cambio cuando publicó La Conducta Sexual en el Hombre, en 1948, y La Conducta Sexual en la Mujer, en 1953. Con cuadros y gráficas, dirigidas principalmente al mundo científico, Kinsey reportó los resultados estadísticos de miles de cuestionarios y entrevistas con los cuales obtuvo información sumamente íntima acerca de la conducta y experiencia sexual de hombres, mujeres y niños.
El reporte científico de Kinsey daba la impresión de que el grupo de estudio se conformaba de personas comunes y corrientes. Sin embargo, lo cierto es que dentro de su grupo de estudio se incluían prostitutas, homosexuales, personas con una predilección por el incesto, el sadomasoquismo, la bestialidad, y otras parafilias. De hecho, encontró algunos de sus sujetos en reclusorios, buscando en específico personas que habían sido encarceladas por delitos sexuales. Para obtener información sobre la sexualidad en los niños, recurrió principalmente a pederastas.

En 1944, Kinsey cruzó los Estados Unidos para reunirse clandestinamente con Rex King, un pederasta con al menos 800 víctimas. Durante 20 años, King mantuvo diarios en los cuales describió con gran detalle su abuso de niños. Con un cronómetro tomaba el tiempo que tardaban en alcanzar lo que él consideraba un orgasmo, algunos después de ser masturbados durante un periodo de 24 horas. Si lloraban, gritaban o convulsionaban, él lo interpretaba como el placer del orgasmo, no como el dolor y el terror del abuso. Afirmaba que, con la asistencia de un adulto experimentado, los niños podían disfrutar del sexo desde el nacimiento. Los diarios de King indicaban que sus víctimas estaban entre las edades de 2 meses y 15 años.
Para Kinsey, fue una mina de oro. Tomó la información de los diarios de King y la convirtió en gráficas, las cuales presentó como pruebas científicas. Los datos, así como la confidencialidad de su fuente de información, eran más importantes que los niños. Nunca reportó los crímenes de King, con el que correspondió por años y quien siguió activo hasta 1954. Siempre mantuvo en secreto su identidad y solamente los asistentes más cercanos conocían su verdadero nombre.
Otro pederasta con quien mantuvo correspondencia fue el Dr. Fritz Von Ballusek, un pederasta nazi que fue enjuiciado por la violación y la muerte de una niña de 10 años. El gobierno de Alemania pidió la cooperación de Kinsey, pero éste se negó rotundamente a faltar a la confidencialidad del pederasta. Al parecer, Von Ballusek también llevó una bitácora de sus actividades, por lo que se sospecha que Kinsey le dio instrucciones de cómo obtener datos científicos de sus experimentos. Pero, sin el apoyo del sexólogo, el gobierno no tuvo la suficiente evidencia y no fue posible condenarlo por ese crimen. No obstante, el nazi admitió su culpabilidad por el abuso y violación de otros niños y niñas y finalmente fue sentenciado.

Se calcula que el Instituto Kinsey recibió evidencia de cientos de casos del abuso sexual de niños por medio de los cuestionarios, fotografías y hasta grabaciones filmadas, pero nada fue reportado. A través de los años varios legisladores han intentado iniciar una investigación del Instituto Kinsey, pero jamás se ha permitido la revisión de los archivos, ni siquiera para la verificación de sus estadísticas. Hasta la fecha, toda su documentación se mantiene en absoluto secreto citando razones de confidencialidad, pero que en realidad es el encubrimiento de la perversidad de un supuesto científico y sus asociados.
Su estudio científico no sólo incluía la observación y la filmación de los sujetos mientras tenían relaciones sexuales, sino también la participación de Kinsey mismo, sus asistentes, y sus esposas, en actos como la masturbación, el intercambio de parejas, sexo homosexual y sadomasoquista. Algunos de los sujetos eran voluntarios, otros eran pagados y para ello contaban con un laboratorio en la Universidad de Indiana de Bloomington, a prueba de sonido para evitar que se descubriera que básicamente, bajo el disfraz de la ciencia, estaban produciendo películas pornográficas.
Datos falsos conducen a una estadística falsa y eso fue el caso del reporte de Kinsey. Los sujetos del estudio de ninguna manera representaban una familia promedio en ese tiempo. Aun cuando hubiera tenido 20 mil sujetos de estudio, la población de Estados Unidos en los años 50 era de casi 151 millones de personas. Eso sería el .01 por ciento de la población total. Si esto, y el hecho de que obtuvo la mayor parte de su información de desviados sexuales, se hubiera sabido en aquel tiempo, sus libros muy probablemente no hubieran sido publicados. Como siempre, la falta de conocimiento sobre la vida y la personalidad de aquellos que tienen influencia en la sociedad es lo que les permite engañar a la gente.

Alfred Charles Kinsey creció en una familia metodista pobre con un padre estricto. Asistió a la iglesia con su familia y fue religioso durante la mayor parte de su juventud. Sin embargo, su adolescencia estuvo marcada por un gran conflicto debido a su obsesión por la masturbación. Socialmente inepto con las muchachas, Kinsey siempre se sintió más cómodo con otros chicos. De niño perteneció al club de los Boys Scouts de América, una actividad que disfrutaba mucho y cuando llegó a los últimos años de la adolescencia, continuó participando como consejero de campamentos.
En 1920, Kinsey fue contratado como profesor de zoología por la Universidad de Indiana donde se ganó una buena reputación como científico, publicando artículos y un libro de texto de biología de preparatoria. En 1938, fue elegido para dar un curso sobre el matrimonio. De acuerdo a sus seguidores, el interés de Kinsey por la sexualidad de los seres humanos inició a raíz de este curso, ya que en ocasiones sus alumnos hacían preguntas para las cuales desconocía la respuesta. Sin embargo, existe evidencia que sugiere lo contrario.

Kinsey se casó en 1921 con Clara MacMillan, a quien le llamaba Mac, un apodo que en aquel tiempo era más común en hombres. En la película Kinsey (2004), la actriz que hace el papel de Clara Kinsey es una mujer atractiva mientras que la verdadera Clara tenía una apariencia algo más masculina. Kinsey tampoco era un hombre bien parecido, pero tenía una personalidad imponente, la labilidad y el encanto característico de los narcisistas.
Con Clara, Kinsey formó una familia con cuatro hijos y, al igual que cuando él era niño, iban todos juntos a la iglesia. Sin embargo, Kinsey se había hecho ateo desde que había alcanzado la mayoría de edad y nunca permitió que sus hijos fueran confirmados. Solamente iba a la iglesia para dar una apariencia de respetabilidad ante el público. Para él, la iglesia era culpable por la represión sexual que había sufrido tanto él como la sociedad.
El informe de evidencia falsa, que sugiere que la promiscuidad, la bisexualidad, la homosexualidad, el incesto, la pedofilia y el sadomasoquismo eran mucho más comunes de lo que se sabía anteriormente, no deja duda de que Kinsey era un hombre que no quería ser obstaculizado por límites. Sus investigaciones de laboratorio eran una manera aceptable de ver y participar en experiencias sexuales con diferentes parejas y tener encuentros homosexuales bajo el manto de la ciencia.

En 1947 estableció el Instituto Kinsey, pero antes de tener el laboratorio en la universidad, los encuentros sexuales se llevaban a cabo en el ático de la casa de los Kinsey. Aparentemente, Clara no tuvo ninguna objeción porque cuando no participaba les llevaba galletas con leche y ayudaba cambiando las sábanas sucias. Por alguna extraña razón, los asistentes de Kinsey la llamaban la verdadera científica, quizás por lo que estaba dispuesta a soportar para apoyar a su marido. La actitud de Kinsey hacia las mujeres, incluyendo su esposa, era hostil y misógina.
La mayor parte de su interés era hacia alumnos y asistentes masculinos. Cuando viajaban para hacer estudios de campo, Kinsey tenía una preocupación particular por su higiene. Los observaba mientras se bañaban y con frecuencia se bañaba junto con ellos. Kinsey vivía una doble vida. La de un esposo y padre de familia y la de un hombre con una preferencia por las relaciones homosexuales.
Con una predilección particular por el sadomasoquismo, Kinsey padecía de orquitis, una infección letal de los testículos causado por repetidos traumas. En múltiples ocasiones ató una cuerda a sus genitales para colgarse de ellos y también se circuncidó con una navaja, sin el beneficio de anestesia alguna. Se puede sospechar que su insistencia por la aceptación de la sociedad de las desviaciones sexuales eran más bien un intento de aceptarse él mismo.

Pero aun encima de todo esto, está su admiración por un hombre todavía más perverso que él, Aleister Crowley, el ocultista drogadicto y consumado practicante de la magia sexual. Durante un viaje a Europa, fue a visitar la abadía de Thelema, el centro espiritual de Crowley, con la esperanza de obtener sus diarios que, posiblemente, contenían los detalles de las sangrientas orgias y rituales sacrificios satánicos que practicó en niños, y por los cuales fue expulsado por vida de varios países europeos.
El libro, La Conducta Sexual en el Hombre, fue todo un éxito y se comenzó a crear una nueva actitud hacía el sexo, incluyendo al joven universitario que terminaría por pervertir millones de mentes alrededor del mundo. Ese estudiante fue Hugh Hefner, el futuro fundador y editor de la revista pornográfica, Playboy, cuya primera edición salió en 1953, el mismo año que Kinsey publicó La Conducta Sexual en la Mujer. Para Hefner, Playboy fue una declaración de rebelión y a los cincuenta años de su primera publicación, expresó sus agradecimientos a Kinsey quien lo ayudó a lanzar la revolución sexual.

Hay mucho más que se podría decir sobre Hefner, ya que en los últimos años ha salido a la luz que él y Kinsey eran espíritus afines en una variedad de formas. Sin embargo, el punto importante es recalcar que el deterioro moral y la degeneración sexual de la sociedad se debe en gran parte a un psicópata que presentó mentiras perversas como hechos científicos, y logró torcer mentes como la de Hefner. Pero también hay que añadir a Sigmund Freud en todo esto, ya que fue él quien estableció que la represión sexual es determinante para el desarrollo de la personalidad. De manera que, se puede decir que Freud planteó la teoría, Kinsey la presentó como ciencia y Hefner lo plasmó en fotografías.
De acuerdo a Judith Reisman, una mujer que por más de cincuenta años ha intentado exponer las mentiras de Kinsey, primero convencieron a los medios, luego a los científicos y finalmente al público. En aquel entonces, la televisión, la radio, los libros y las revistas eran los únicos medios de comunicación y, quizás por eso, es que tomó varias décadas para ver las consecuencias. Ahora, con el internet, hay un acceso directo e inmediato al mundo y la capacidad de cambiar actitudes y creencias en un instante. ¿Recuerdas el 2020?
Poco tiempo después de su viaje a Europa falleció Kinsey, pero sus seguidores y el Instituto Kinsey siguen peleando por los derechos sexuales. Esto significa la libertad de pensar, expresar y hacer prácticamente todo cuanto se antoja, sin represiones morales ni legales, ni limitantes de edad, estado físico, ni mental, siempre y cuando hay consentimiento entre los participantes. Todo se vale porque es “ciencia”. La misma ciencia que asegura que los hombres pueden menstruar y una niña, sin concepto alguno de lo que es el género ni el sexo, puede decidir que realmente es un niño.
Aquí se presentan algunas imágenes que deben dejar en claro lo que es el efecto Kinsey.






de la mensturación y de paso despertar el canibalismo en tus hijos
De plano, ¿qué más se necesita decir?
Lo felicito nuevamente por sus estudios y análisis, y todo esto me hace tanto sentido, lo que me cuesta entender mas que los protagonistas es a todos los cómplices que hay detrás que han promovido y validado pseudoteorias y que hicieron posible todo esto al día de hoy, y como consecuencia la sociedad que va a un precipicio seguro…
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Hola Rossana, muchas gracias! El loco no se sabe loco y el engañado no se sabe engañado. Gracias por el comentario. Comparto su asombro. Muchas bendiciones!!
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