Los Locos y Su Locura

Y nada hay encubierto que no haya de ser revelado, ni oculto que no haya de saberse. Por lo cual, todo lo que habéis dicho en la oscuridad se oirá a la luz, y lo que habéis susurrado en las habitaciones interiores, será proclamado desde las azoteas.

Lucas 12: 2 y 3

La línea divisoria entre el genio y la locura es tan fina que a veces no se nota cuando desaparece por completo. El genio es fácil de reconocer y, con frecuencia, aparente a una edad temprana. La locura, no tanto. Es un proceso paulatino que puede tardar años en desarrollarse a un grado diagnosticable. Los signos y síntomas que indican algún problema, muchas veces, son descartadas como las excentricidades de una mente extraordinaria. El peligro es cuando se confunden los dos.

Cuando Nietzsche dijo, Dios ha muerto, y nosotros lo hemos matado, no estaba mintiendo. Su proclamación no se refería a una muerte literal sino ideológica. De manera que, el blanco, en realidad, no era Dios, sino la mente humana. Para eso hubo varios participantes, pero si se tuviera que resumir los personajes, cuyas ideologías tuvieron mayor impacto, sería de la siguiente manera:

Charles Darwin puso la pistola Karl Marx la cargó con una bala, Friedrich Nietzsche apuntó el arma y Sigmund Freud jaló el gatillo.

La teoría de Darwin eliminó la necesidad de Dios, determinando que la vida es el resultado de una serie de eventos al zar, un proceso químico que no requiere de un diseño inteligente.

Karl Marx, desarrolló una teoría política y económica que propone eliminar la estructura social, en pos de una igualdad, acaba con la familia tradicional, la religión y los derechos individuales, establecidos, destruir la fe en Dios para luego sustituirlo con el Estado como la autoridad máxima.

Con el anuncio de la muerte de Dios, Friedrich Nietzsche también anuncio la muerte de los valores y la moralidad que une la sociedad, a favor de una moralidad relativa basada en los sentimientos y deseos individuales.

Sigmund Freud redujo al ser humano a un conjunto de trastornos mentales y emocionales, el resultado de la represión sexual y la falta de placer.

El impacto que estas ideas han tenido sobre el mundo ha resultado en una realidad distorsionada y sin sentido. Se han ido borrando los límites entre el hombre y el animal, los individuos y el colectivo, los valores y los deseos personales, el amor y el placer, la responsabilidad personal y la victimización, la salud y el trastorno mental.

Darwin, Marx, Nietzsche y Freud. Estos fueron los hombres que mataron a Dios en la mente moderna con sus ideas, ninguna de las cuales se basa en una verdad absoluta. La teoría de Darwin, por ejemplo, se enseña alrededor del mundo como la explicación lógica de la vida. Sin embargo, mas de seis mil años no han sido suficientes para producir un sólo ejemplo real de la evolución de una especie en otra. Mientras que las ideas de Marx condujeron a la muerte de 100 millones de personas. Junto con Nietzsche y Freud, cambiaron la percepción que el hombre tiene de sí mismo, la naturaleza, el sentido y el propósito de la vida.

Muchas personas alrededor del mundo tienen, al menos, una idea general acerca de las teorías de Darwin y Marx. Nietzsche y Freud, en cambio, pertenecen a áreas más específicas de estudio, la filosofía y la psicología, respectivamente. Aunque la gran mayoría de la gente quizás no pueda dar ni el más breve resumen de sus ideas, tienen su lugar en la cultura popular. Sin embargo, los detalles biográficos de sus vidas, tienden a limitarse al lugar y la fecha de nacimiento y, quizás, el clima sociopolítico y cultural en sus años formativos. Con respecto a sus personalidades y las experiencias que fueron formando su manera de pensar, es indudable que la gran mayoría de la gente no sabe nada.

De los cuatro hombres, sólo Darwin se consideraba agnóstico. Los otros tres no eran tan ambivalentes acerca de Dios y se proclamaban ateos. Tales creencias no presentan un problema si se limitaran a una cuestión intelectual, especialmente para los dos que fueron hombres de ciencia. Para creer en Dios requiere de fe en ausencia de pruebas, algo que ninguno de ellos tuvo.

El método científico exige la observación, investigación, hipótesis, experimentación, recopilación y análisis de datos y conclusión. Para que una teoría se establezca como ley, el fenómeno debe poder ser reproducible. Eso, o queda aceptado por la mayoría de la comunidad científica. La Ley de la Gravedad, por ejemplo, nunca ha sido comprobado. De manera que, se puede decir que la creencia en la ciencia requiere algo de fe también, sólo que, en este caso, sería fe en el intelecto del hombre.

La filosofía es igualmente teórica, pero también es intuitiva. Es decir, es conocimiento que deriva de un saber, no de la observación. Es la búsqueda de sabiduría, una cualidad atribuida a quien posee una gran cantidad de conocimientos y se distingue por usarlos con prudencia y sensatez. En otras palabras, la sabiduría debe conducir a la verdad y el discernimiento de lo bueno y lo malo, lo que conviene y lo que no.

Con todo y su genio, ninguno de estos hombres fue sabio. Sus teorías y filosofías no sólo no se desviaron de la verdad, también dejaron a las generaciones posteriores incapaz de distinguir entre lo que es verdad y lo que es mentira y lo que es bueno y lo que es malo. Ahora todo está bien y no hay límites, lo cual se confunde con libertad y, por lo cual, están pavimentando el camino hacía su propia esclavitud. Son los herederos de la locura.

Existe un deseo de creer que los seres humanos pueden ser objetivo, que no imponen sus pasiones en el desarrollo de sus ideas, pero eso es imposible. Así como un pintor plasma el contenido de su alma en un lienzo, lo mismo hacen los filósofos y los científicos. Imprimen en papel las creencias que están basadas en sus observaciones y sus experiencias e, indudablemente, incluye lo personal. Nadie dedica tanto tiempo a algo que no le interesa de una manera muy personal.

Es de lo más común que las personas quieran compartir algún conocimiento obtenido con los demás. Normalmente, se hace con la intención de compartir un hallazgo que se considera importante porque puede ser de beneficio. Es posible que Darwin, Marx, Nietzsche y Freud creían lo mismo. Sin embargo, sus teorías realmente no elevaba al hombre, ni su espíritu, sino lo denigraban, haya sido esa su intención o no. La actual predilección de muchos jóvenes por los perrijos, en lugar de hijos humanos, el sentimiento de merecimiento, el afán de pertenecer a algún grupo victimizada, real o imaginario, y el desdén general que se tiene por la vida, no resultó de la nada.

El teórica cree en su idea, eso queda claro. Lo que es menos comprensible es la aceptación de otros científicos, filósofos, instituciones educativas y la población general. Se puede deducir que, en parte, se debe a información a medias y sesgada. Hombres con egos tan grandes que no les importaba torcer la verdad para vender sus ideas. Pero lo cierto es que ninguno de estos hombres hubieran alcanzado la fama si no hubiera habido otros intereses de por medio. Intereses políticos y económicos cuya meta es el sometimiento del hombre.

Puede sonar un poco conspiratorio, pero, ¿quién se hubiera imaginado que el mundo entero hubiera sido sometido al encierro forzado? ¿O que, muy posiblemente, podría ocurrir una segunda vez? Un consenso sobre algo no determina su veracidad. Simplemente es un acuerdo de aceptar tal cosa como si fuera la verdad. ¿Cuál es el beneficio y quiénes son los que benefician? Eso es lo que habría que preguntarse, pero no hay que divagar del tema actual.

Cuando se comete un crimen, específicamente un homicidio, una de las cosas más importantes que se necesita saber es el motivo. Cuán más importante es saber el motivo de quienes fueron capaces de transformar el mundo. Si sus sentimientos personales infiltraron en el desarrollo de sus ideas y, si fue así, cuáles fueron. Amor, no fue, ni por la verdad ni por la humanidad.

Dos de los personajes sufrieron traumas emocionales, durante la niñez, relacionadas con sus padres. Uno terminó la útlima década de su vida sumida en una locura profunda, mientras que el otro parece haber sido, literalmente, un poseso. Los detalles de su vida son tan importantes como sus teorías y, quizás de haber conocido sus historias personales desde un principio, hubiera dado pausa a cualquiera antes de aceptarlas como verdad.

El enfoque de las siguientes entradas será sobre las historias personales de los hombres que participaron en la transformación del mundo y la percepción del hombre, tanto hacía sí mismo, como hacía Dios. Detalles que la mayoría de sus biografías racionalizan, minimizan o ignoran por completo. Lo que no se mencionan en las aulas, quizás porque darían una mala impresión.

Gracias a que todos fueron escritores prolíficos, hay suficiente información sobre el carácter de cado uno, en sus propias palabras, a través de cartas de correspondencia, diarios personales, poemas, publicaciones y libros. De esa manera, cada quien podrá determinar si sus ideas eran el resultado de estudio objetivo, o si tenían motivos ocultos.

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